Los peligros de la Filosofía

¿Como hablarle a un ciego de los colores de un jardín? ¿Vale la pena siquiera intentarlo? ¿O más bien lo aconsejable en este caso sería dejar que cada cual se quede en el trozo de mundo al que tiene acceso sin pretender empujar al otro hacia una dimensión que está simplemente fuera de sus posibilidades de comprensión? Una cosa muy parecida a esta es lo que sucede en relación con la filosofía y las cabezas pragmáticas que están encargadas de elaborar los programas del ministerio de Educación. Son como los ciegos frente a un jardín. Parados frente a la filosofía no tienen como responder a las preguntas que seguramente esta disciplina les plantea.

“¿Para qué sirve esto?”, se dicen. Y la respuesta que viene desde la filosofía los deja más confundidos todavía. “Esto no sirve para nada. La filosofía es una reina, muchas cosas le sirven a ella, pero ella no le sirve a nada. Es el ejercicio libre del pensamiento y para cumplir con su objetivo, debe ser independiente”. Y para agregar confusión, se escucha  con ironía de sabio: “La filosofía no es una bicicleta. No se puede hacer nada con ella, pero puede que ella haga algo contigo”. (M. Heidegger)

Al encargado ministerial todo esto le parece un chiste. Por eso, como no sabe dónde poner una cosa tan rara como esta, la elimina del programa o reduce el espacio que se le consagra en la educación de los jóvenes. Mientras menos filosofía, más cosas que verdaderamente sirvan a su educación, esto es, el adiestramiento en disciplinas que los preparen para obtener una profesión e integrarse útilmente a la sociedad.

Más confusión todavía se produce en la cabeza del funcionario cuando se dirige a los propios filósofos para entender de primera fuente, qué dicen estos sobre la enseñanza de la filosofía. Y como Nietzsche parece ser el filósofo más reconocido en la época, va y lo lee. Y allí descubre con sorpresa que lo que afirma el filósofo es que “la educación en la filosofía, en realidad no es otra cosa que la forma mejor organizada para alejar a los jóvenes de ella, y que al Estado lo que le interesa más bien es impedir su nacimiento”. “Entonces estamos bien”, se dice el especialista programático- “estamos haciendo bien las cosas”.

Y sigue leyendo: “¡Dejad, por tanto crecer a los filósofos en estado salvaje, negadle toda perspectiva de empleo y de reclutamiento en las profesiones civiles, no los cosquilleéis mas con buenos tratamientos, mejor todavía: perseguidlos, miradlos con antipatía y ustedes ¡verán milagros!” Los milagros serían la profusión de filósofos que surgirían con estos tratamientos persecutorios. “¿Quieren tener filósofos? persíganlos, encarcélenlos, prohíbanlos, quemen sus libros, etc.” La filosofía crece como libertad ante la opresión, como rebelión ante lo establecido, como independencia ante el seguidismo y el borreguismo.

Por eso es peligrosa para el Estado y la historia de sus relaciones lo demuestra. Hay un lista de filósofos perseguidos, encarcelados, vendidos como esclavos, condenados, quemados en la hoguera, exiliados, etc. Nietzsche lo confirma: “El Estado no se ha preocupado jamás de la verdad, salvo de aquella que le es útil, más precisamente, el se preocupa en general de todo lo que le sea útil, sea esto verdad, semi-verdad o error. La alianza del Estado y de la filosofía solo tiene sentido si la filosofía puede prometer ser útil sin condiciones al Estado, es decir, ubicar el interés del Estado por encima de la verdad. Pero pertenece a la esencia de la verdad no ponerse jamás al servicio de nada ni aceptar sueldos”.

El encargado ministerial está feliz. Ahora está seguro de que recibirá felicitaciones de su Ministra. No solo hay que eliminar la filosofía del programa. El próximo paso será el inicio de la persecución en forma. A menos que se produzca de pronto lo que otro filósofo ilustre ha afirmado.

"¡Cuidaos cuando el Gran Dios hace venir a un pensador sobre nuestro planeta! Todo está entonces en peligro. Es como si en una gran cuidad un incendio explotara y nadie supiera lo que todavía está en seguridad y hacia donde todo irá a parar. Entonces no hay nada en la ciencia que mañana no pueda ser derribado, no hay más reputación literaria que resista, incluso las celebridades pretendidas eternas: todas las cosas que en este momento son queridas y preciosas para el hombre, solo lo son a partir de las ideas que han surgido sobre su horizonte espiritual y que son causa del orden presente de las cosas como el manzano produce manzanas. Con un nuevo pensamiento un nuevo grado de cultura revolucionaría de inmediato todo el sistema de las preocupaciones humanas". Emerson.

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