A propósito del proyecto de ley de Sala Cuna Universal, cuyo foco es la inserción laboral femenina, hacemos un llamado a no perder de vista el propósito histórico de la educación parvularia en nuestro país, que ha sido contribuir -más allá del cuidado- al bienestar, aprendizaje y desarrollo integral de niñas y niños menores de 6 años, siendo la sala cuna el primer nivel de este ciclo educativo.
Para asegurar esto, nos parece clave la existencia de equipos educativos compuestos por educadores y educadoras de párvulos debidamente capacitados para fomentar habilidades, conocimientos y actitudes desde una visión completa del ser humano.
Son estos y estas profesionales -en conjunto con las técnicas en párvulos- quienes a partir de su profundo entendimiento del desarrollo infantil, la didáctica, la pedagogía y los conocimientos específicos, preparan ambientes que generan aprendizajes significativos, contextualizados y pertinentes, involucrando a las familias como primeros educadores.
Si el camino para permitir el desarrollo pleno de las mujeres a través de la inserción laboral incluye encontrar espacios que velen por las niñas y niños, como sociedad tenemos el deber de asegurar que estos espacios sean reales potenciadores de bienestar, desarrollo y aprendizaje, de lo contrario corremos el riesgo de hacer un daño a las infancias que podría tener un alto costo para nuestra sociedad.
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