Se nos acaba el tiempo, ¿Cómo nos involucramos?

No siempre estamos conscientes de que el mundo natural es una parte muy importante de lo que somos. Como seres humanos poca veces sabemos en propiedad lo que le pasa como totalidad a nuestro planeta en tiempo y en espacio, y por tanto, al estar divididos en territorios y pelearnos los límites de ellos, tenemos pocas habilidades para asumir comprensivamente nuestra responsabilidad humana para con el planeta.

Los últimos años la ciencia nos ha venido alertando sobre la urgencia global que requiere nuestro planeta frente al cambio climático, por ello y atendiendo al acontecer emergente de un Chile vulnerable geográficamente, veo la urgencia de levantar la voz para conectar la educación, y específicamente la educación escolar, con la demanda de nuestra madre tierra, de modo que podamos garantizarnos un planeta habitable para la humanidad.

El término cambio climático no siempre ha sido bien apreciado por los líderes mundiales y la clase política en general, no obstante, está presente desde el año 1992 cuando se firmó la Convención Marco sobre el Cambio Climático. Desde esas décadas las alertas por tener un planeta habitable son muchas, pero como humanos no hemos considerado, con la seriedad necesaria, los informes científicos evacuados y tampoco nos hacemos conscientes de que cada día tenemos menos capacidad ambiental para tener un hábitat para el futuro, mientras tanto, nuestros niños, niñas y jóvenes, van aumentado cada día en mayores niveles de pena, desesperanza y ansiedad frente a un futuro incierto.
Ellos y ellas saben que una escuela con mayor Simce o mejor ranking en el ingreso a la universidad, no tiene sentido, si la prioridad no es aprender cómo salvar la tierra frente a este futuro desastroso pronosticado que los deja sin poder pensar en construir sus propias familias y trascender.

¿Cómo nos involucramos? ¿Cómo contribuimos a tener un planeta habitable para las y los seres humanos y las diferentes especies que en ella habitamos? Algunas ideas que se pueden habilitar lideradas desde el campo de la educación.

  • En primer lugar niñas, niños y jóvenes saben bastante sobre cambio climático, incluso más que sus propias familias y también existen muchas/os docentes ambientalistas solidarios/as que hacen la transposición didáctica de los informes que tienen consenso científico y alfabetizan en escuelas y liceos, pero carecen de apoyo y voluntad política para seguir con esta ardua tarea. Necesitamos como país tener reportes mensuales públicos de los informes ambientales nacionales y globales, para que las escuelas puedan construir su propia política escolar de sostenibilidad y que estas dialoguen con los desafíos de país y del mundo en estas materias. Debemos popularizar este conocimiento.
  • Por estos días se están haciendo los ajustes al currículo escolar, ¿Qué nivel de participación tendrán los jóvenes para diseñar un currículo en el marco del cambio climático para sus hermanos y hermanas menores? ¿No son ellos los que deben ser ayudados a pensar cómo hacerle frente al antropoceno? Ya es tiempo de dejar fuera lo disciplinar escolar, para asumir lo inter o pluridisciplinar y cultural y en ese sentido, sería bueno que tuviésemos dineros para investigar nuevos desarrollos juveniles en currículo y cambio climático, que nos permitan miradas geológicas-culturales para lo que se viene o que pudiésemos comenzar a implementar sus proyectos visionarios (para eso es el ABP ,el A+S o el STEM). Estas acciones políticas, son necesarias para generar esperanza frente a un mejor futuro cercano. Ellos y ellas están ansiosos de hablar de este tema y de dar soluciones. Acompañemos sus ideas, dejémosle mostrar lo que piensan y valorémoslos... es el mejor modo de reducir la deserción escolar juvenil.
  • Desde la didáctica (que es la ciencia de la Educación), hoy podemos posibilitar una escuela que prepare para el futuro. En términos simples, solo tendríamos que propiciar una escuela que hable, que produzca conocimiento a escala escolar, y que potencie el pensamiento crítico y el pensamiento creativo por medio de metodologías activo participativas. ¿Se imaginan cuántas soluciones tendríamos si tuviésemos como eje el antropoceno y lo multidisciplinar al servicio de un currículo escolar para el cambio climático?

Como ciudadanos/as, tenemos la obligación ética y moral de equipar a niñas, niños y jóvenes sobre el cambio climático, sobre cómo avanzar, sobre cómo podemos ayudar a salvar el medio ambiente. ¿De qué forma nos vamos a asegurar que ellas y ellos estén completamente equipados para tomas decisiones? Necesitamos voluntades políticas. En esa tarea estamos atrasados y ello ya no puede esperar.

Desde Facebook:

Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado