Todos pueden aprender

Durante décadas, en América Latina -y también en Chile- se ha sostenido la creencia de que el origen determina irremediablemente el destino. Y aunque las estadísticas muestran que la situación socioeconómica de las familias sigue influyendo fuertemente en el futuro de niños y niñas, también sabemos que este ciclo puede romperse. ¿Cómo? Con decisiones acertadas y consistentes.

Un ejemplo inspirador es Sobral, una ciudad del estado de Ceará, en Brasil, que logró ser la comuna con los mejores resultados educativos del país, a pesar de estar entre las más pobres. ¿La receta? Su exalcalde Veveu Arruda atribuye este logro a un acuerdo político que puso a la educación en el centro de todo, bajo la convicción de que se debe superar el mito de que "el pobre no aprende, pues no existe un destino preestablecido".

Estudios del Banco Mundial han relevado las claves de este éxito: alfabetización temprana como prioridad, fortalecimiento del rol directivo con autonomía real y responsabilidad por los resultados, desarrollo profesional práctico de los docentes -incluyendo incentivos por desempeño- y evaluación constante de los aprendizajes, seguida de acciones pedagógicas concretas. Desde el año pasado la Fundación Levantemos Chile está implementando esta iniciativa en La Araucanía, con excelentes resultados preliminares.

Una política pública en Chile que comparte principios muy similares son los Liceos Bicentenario. Nacidos bajo la lógica de altas expectativas, foco en los aprendizajes, autonomía escolar y fortalecimiento del liderazgo directivo, estos liceos han demostrado que una política educativa bien diseñada y bien implementada puede marcar la diferencia, incluso en contextos complejos.

Este año, estos establecimientos obtuvieron altos resultados en la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES), donde 15 de ellos destacaron entre los 25 colegios públicos de mejor desempeño. Adicionalmente, en el Simce, muchos de estos colegios lograron resultados sobresalientes en lenguaje y matemáticas, superando ampliamente el promedio nacional y ubicándose por sobre establecimientos particulares pagados.

El caso del Liceo Bicentenario S.S. Juan Pablo Segundo, en Alto Hospicio, es contundente. En una de las localidades más vulnerables del país, logró ser el número uno comunal en el Simce, el mejor liceo Bicentenario de Tarapacá, el primero dentro del SLEP Iquique, el segundo en la red nacional de liceos SNA EDUCA y el sexto mejor a nivel regional, superando a colegios de altos ingresos en la zona.

Sus estudiantes tuvieron acceso a un liderazgo que les dio oportunidades, a una comunidad educativa que creyó en ellos y a acciones concretas enfocadas en la asistencia y los aprendizajes. En palabras de su directora, Goighet Andrade, "nuestro liceo ha demostrado que, con esfuerzo y dedicación, podemos superar nuestras propias marcas y seguir creciendo".

La evidencia está sobre la mesa: cuando las políticas públicas se diseñan con foco, continuidad y compromiso, es posible cambiar realidades. Hoy tenemos ejemplos concretos que demuestran que todos los estudiantes pueden aprender, si cuentan con el apoyo y las condiciones adecuadas. El desafío no es partir de cero, sino tomar lo que ha dado resultados, fortalecerlo y ampliarlo.

Cuando hay liderazgo, foco en los aprendizajes, autonomía, metas claras, responsabilidad por los resultados y altas expectativas, los resultados llegan. Y lo más importante: llegan para todos.

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