La opinión pública está llena de proposiciones sobre medidas que deberían tomarse para controlar la pandemia. Muchas son infundadas y hasta ridículas aunque connotadas autoridades las hayan tomado.
Hay otras serias y que se siguen como uso de mascarillas, distancia física (social), evitar conglomerados humanos, lavado de manos, desinfección de utensilios, ropas, bolsas, etc. Medidas y mediciones predictivas como índice de contagio, trazabilidad, hospitalizados, fallecidos, infectados, mejorados, etc. No falta un comentario sobre lo que hace o no hace el gobierno o sus críticos.
El ciudadano común no puede imaginarse lo difícil que es predecir el curso de una pandemia, no porque el conocimiento y modelaje de lo conocido sobre el comportamiento del genoma viral y humano sea poco sino que datos cruciales no se tienen.
Y aunque se tuviera el comportamiento concreto, en ese sitio preciso, en esas circunstancias, en ese grupo humano, con esas conductas, con esos virus con esas mutaciones concretas y con esos genomas humanos no se conocen y esos elementos factuales que son la base de esos datos no están y será difícil o imposible que estén.
De allí que las críticas a lo que las autoridades proponen aun las estrafalarias son muy difíciles de sostener; es difícil predecir el resultado de una medida especialmente a largo plazo.
Los expertos están incluso utilizando teoría de caos (determinístico) para modelar el comportamiento de la pandemia, pero aún esto no es suficiente.
Tomemos situaciones sensibles. Un modelo de tratamiento de la pandemia fue el evolucionario con inmunidad de rebaño.
Precisemos, puede dejarse sin ningún tratamiento a la población y se enferman todos o casi todos menos los naturalmente resistentes al virus. El Reino Unido anunció este modelo pero después se retrajo. Se contagiarían casi todos, enfermarían pocos, y menos se morirían, pero después de unos tres meses o algo más, los que quedarían tendrían la mejor inmunidad y la peste se limitaría sola por un equilibrio biótico entre el virus y el ser humano.
Pero esto pudo costarle al Reino Unido 200.000 muertos entre los cuales lo más probable que estuvieran varios de los políticos más connotados y gran parte de la realeza. Cambiaron la estrategia, tomaron las precauciones controladoras de la difusión del virus como en otros países. A la corta, todos aprobarían, pero la larga no sabemos cuál va a ser el comportamiento del virus.
Si no hay una inmunidad generalizada, se podría ir a una situación de endemia donde todos los años hay casos, no tantos, pero que también produce casos graves y muertos o incluso a una situación de rebrotes de diversas magnitudes. Al cabo de 50 a 100 años esta situación podría implicar muchos más enfermos y muertos pero más distribuidos en el tiempo.
Otro ejemplo ocurrió con el reciente ex ministro que dijo que fue negativo que se diera cuarentena a todos los escolares y estudiantes de Chile cuando la mitad de ellos, unos 500.000 no estaban vacunados para la gripe.
Todo el mundo lo criticó, decían que si estos niños se contagiaban con SARS-CoV-2 que produce la enfermedad Covid-19, ellos probablemente no la tendrían pero sí sus abuelos o padres y en estas personas produciría una mortalidad más alta que niños. Supongamos que mata a un 10% de los ancianos que están en esas circunstancias, que por ser una población reducida no es tanto, sean 20.000 es decir 2.000 muertos. Sin embargo esta situación es errónea por ser parcial.
Otra parte (entre las muchas) de la realidad es lo que puede ocurrir con la gripe. Supongamos que viene una epidemia gripal que ataca a los niños y mata al 2% de los que no están vacunados y no a los vacunados. Mataría a 10.000 niños, entonces el haberlos vacunado es un acto salvador y el no haberlos vacunado es criminal. Un equipo de gobierno que tuviera los cálculos y que supiera los índices de mortalidad, tendría que elegir el vacunar a los niños aunque esto costara 2.000 muertes de ancianos porque prevendría 10.000 muertes de niños.
Estos ejemplos son reales, ojalá no ocurra lo de la gripe. El ciudadano debe pensar que toda medida tiene consecuencias a corto, mediano y largo plazo, y tiene consecuencias adversas, beneficiosas y neutras y su evaluación depende de la concepción de mundo, ideología o religión que la persona tenga.
Por eso que la discusión previa de las medidas a tomar debe ser en un ambiente lo más plural posible y considerando todos los modelos teóricos y simulaciones y las discrepancias ideológicas.
Pero como hay varias y algunas contradictorias, al final la autoridad, es decir, el gobierno tiene que tomar una sola de acuerdo a su ideología o valoraciones de mundo que tenga y hacerse responsable de ellas, pero no por eso creer que las otras alternativas podrían haber sido siempre mejores porque eso no puede someterse a prueba científica.
También hay que tomar en cuenta la mantención de una producción suficiente junto a las condiciones sanitarias. Es evidente que hay que considerar las dos, pero interactúan en forma muy difícil de prever.
Si por la cuarentena o aislamiento y baja productiva se produce mala nutrición o problemas mentales, esta situación puede llegar a ser peor que la pandemia. Hay que pensar en todo y tener sensores finos en la misma realidad ciudadana.
Por eso creo que es el tiempo de las comunas, de los municipios, y de los expertos científicos y técnicos. La ciencia y la ciudadanía directa son los mejores terapeutas de esta situación.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado