Choque de civilizaciones y poder nuclear para la "guerra santa"

Los medios de comunicación han difundido profusamente los detalles del conflicto Israel-Irán. En este contexto, es interesante abordar una arista estrictamente política, recordando a Samuel Huntington, quien -tras la caída del Muro de Berlín- escribió su obra "Choque de Civilizaciones", para explicar los conflictos mundiales que se avecinaban.

Huntington sostenía que los principales conflictos del mundo ya no serían ideológicos o económicos, sino culturales y religiosos. Su tesis define a 9 civilizaciones -basadas en elementos como religión, historia, idioma y valores- que serían centrales en las futuras tensiones geopolíticas. En ese marco, se le debe reconocer su capacidad de anticipar los enfrentamientos entre Occidente y la "civilización islámica" (1 de las 9 que definió).

El ataque a las Torres Gemelas marcó un antes y un después, mostrando de forma brutal hasta dónde puede llegar la "guerra santa" -que aspira a eliminar a todos los infieles (no musulmanes)-. Se trató del choque de civilizaciones en su máxima expresión. Sin embargo, la amenaza nuclear es la que define el escenario actual.

Cuando la semana pasada el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) confirmó que Irán violó las salvaguardias nucleares, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) bombardearon instalaciones claves y realizaron operaciones quirúrgicas para descabezar a la Guardia Revolucionaria y al equipo de científicos a cargo del enriquecimiento de uranio.

Lo que estamos presenciando se alinea exactamente con la tesis de Huntington: un enfrentamiento entre la civilización islámica y la occidental, donde la amenaza nuclear puede alcanzar no solo a Israel o a sus vecinos, sino también a Europa, incluyendo a otros países lejanos, aliados de Irán, que podrían convertirse en base para cometer atentados. No debe olvidarse la participación probada de Irán en el atentado contra la AMIA (1994), así como su implicación en el ataque a la Embajada de Israel en Buenos Aires (1992).

En ese entendido, el pasado lunes, distintos países que se habían distanciado de Israel defendieron el ataque. Es el caso de Francia, cuyo presidente, Emmanuel Macron, expresó: "No podemos vivir en un mundo donde Irán tenga el arma nuclear", anunciando además que su país defenderá a Israel frente al régimen de Teherán.

Alemania, en tanto, dijo que la postura unitaria de Europa en el G7 es que Irán no puede poseer armas nucleares. Europa lo tiene claro: por cercanía geográfica y porque también ha sido víctima del terrorismo vinculado a la "guerra santa". Es más, el académico y analista internacional Guillermo Holzmann ha dicho que "ninguna potencia del mundo quiere que hoy Irán tenga capacidad nuclear o acceso a ella, incluyendo no solo a EE.UU. y al G7, sino también a China y Rusia".

Por ello, resulta incomprensible que existan personas, grupos e incluso países que ignoran esta realidad y actúan bajo la lógica de "el enemigo de mi enemigo es mi amigo", en donde Irán sería el enemigo de Israel. Partamos por la declaración de mayor impacto: Nicaragua, que condenó enfáticamente la "temeraria agresión de Israel", expresando una "invariable solidaridad con el líder supremo de la Revolución Islámica de Irán, Ayatolá Ali Jamaneí, y con el pueblo iraní, así como con los familiares de los defensores que el genocida Estado israelí ha asesinado". Chile, en tanto, expresó su profunda "preocupación" tras el ataque y dijo que "bajo ninguna circunstancia, las instalaciones nucleares deben ser objeto de ataques", lo que evidentemente no se condice con lo que han expresado las grandes potencias.

Como dijo el filósofo, escritor y profesor Manfred Svensson en La Segunda del lunes pasado: "Uno de los misterios del presente, es que una parte de la izquierda siga siendo capaz de empatizar con ese tipo de régimen. Que sea capaz de concebirlo como víctima".

El apoyo explícito e inexplicable a Irán -país responsable del 74% de las condenas a muerte en el mundo en 2023-, se manifiesta de diversas formas. Más allá de las siempre odiosas redes sociales, se ven manifestaciones en distintos países en donde se emiten mensajes realmente escalofriantes: "Vamos Irán"; "Irán, termina lo que Hitler empezó"; "Estamos con Irán", entre muchos otros. Estas frases revelan una preocupante incomprensión de la realidad, de lo que representa el régimen de los ayatolas, de cuáles son sus principios, sus objetivos y su historia.

Al respecto, Holzmann advierte que, ante un eventual involucramiento de EE.UU., Irán -a través de sus proxies, como Hezbolá, que tiene presencia en Latinoamérica y en varios otros países del mundo- podría ejecutar ataques terroristas, como ya ocurrió en Argentina. El enemigo de nuestro enemigo no es nuestro amigo, mucho menos cuando amenaza al mundo con su poder nuclear.

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