Conmemorar el genocidio armenio, reconocer el presente palestino

El genocidio es la herida más dolora que se puede infringir a la humanidad. Esta es probablemente una de las afirmaciones más compartidas en el mundo. Es una atrocidad que no sólo hiere a las víctimas directas, sino que también destruye el tejido moral de la sociedad. Este horror, que se manifestó de manera desgarradora durante la Segunda Guerra Mundial, llevó a la promulgación de la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio por parte de las Naciones Unidas, en 1948. Esta convención se funda en la idea de que atentar contra un grupo humano es, precisamente, atentar contra la humanidad.

La convención definió el genocidio como los actos cometidos con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso. Si bien el concepto de genocidio y la convención se formalizan inspirados en las barbaridades del Holocausto, el horror del genocidio se había hecho presente en ocasiones anteriores. Particularmente, este 24 de abril recordamos las atrocidades cometidas contra el pueblo armenio entre 1915 y 1923, cuando más de tres cuartas partes de sus miembros fueron aniquilados por el furor nacionalista del Imperio Otomano.

La conmemoración de ese atroz atentado contra la humanidad nos lleva a reflexionar sobre la importancia de recordar el pasado, para evitar que se repitan los mismos errores en el futuro. Es por ello que, como diputada, apoyé el proyecto de ley que busca establecer el 24 de abril como el día de conmemoración del genocidio armenio en Chile. Es importante reconocer este doloroso capítulo de la historia, porque el olvido de lo ocurrido constituye un manto de vergüenza que impide las medidas necesarias para su no repetición.

Al conmemorar el genocidio armenio, en nombre de las víctimas del pasado, no podemos ignorar a las víctimas del presente. Hoy, estamos viendo en vivo y en directo como el Estado de Israel -que ha ocupado y colonizado Palestina desde hace 75 años- masacra, desplaza e impone condiciones que impiden la sobrevivencia del pueblo palestino. Si el genocidio es la herida más dolorosa y un atentado contra la humanidad misma, entonces es imperativo que condenemos la opresión y trabajemos por la liberación del pueblo armenio, el pueblo palestino y de cualquier otro.

Es nuestra responsabilidad como comunidad internacional no sólo recordar el pasado, sino también actuar con valentía para detener las injusticias del presente. Chile reconoce al pueblo palestino y se ha manifestado en defensa de sus derechos humanos. Sin embargo, es momento de ir más allá. No podemos seguir observando cómo, cada minuto, un pueblo entero es hecho desaparecer.

Conmemorar la tragedia armenia, es también un llamado para alzar nuestra voz en solidaridad con todas las víctimas de genocidio y persecución en Gaza y en todo el mundo. Es hora de que la humanidad mire hacia adelante con convicción, trabajando juntos para construir un futuro donde nadie sea perseguido por lo que es, por lo que cree o por lo que piensa.

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