Analizar, pensar y reflexionar sobre Cuba no es nada simple, por cuanto estamos culminando el primer cuarto del siglo XXI, en este 2025, y se trata de un proceso revolucionario iniciado en el siglo XX, el 1 de enero de 1959, con la posterior victoriosa entrada a La Habana el 8 de enero, a partir de sólidas bases construidas para crear, previa y prolijamente, una verdadera situación revolucionaria, aprendiendo de la audaz y temeraria acción del Moncada, el 26 de julio de 1953, y constituirse, contemporáneamente, en uno de los cuatro casos históricos de una revolución continua, y, actualmente, uno de los tres vigentes, desde el pasado siglo.
Son innumerables las adversidades y complejidades que ha enfrentado, en muy distintas circunstancias en la arena internacional, en distintos y cortos o más prolongados períodos, y, hoy en día, nos plantea enormes desafíos e interrogantes impensadas, insertos en la actual correlación de fuerzas internacionales y con avances en los variados intentos de edificación de un mundo multipolar y de la necesaria democratización de las relaciones internacionales.
Además, ahora estamos en un contexto histórico totalmente distinto al existente en década de los años '60, con la ineludible consideración de las esferas de biotecnología; cambio climático; ciencias básicas; comunicaciones; conocimiento; desarrollo espacial; informática; innovación; inteligencia artificial; internet; medio ambiente; migraciones; redes sociales; relaciones interpersonales; robótica; tecnologías aplicadas y productivas; telemedicina y turismo de masas, entre otras cardinales, con un despliegue e incesante avance vertiginoso.
Mucho se ha escrito, admirativa o aborrecidamente, sobre este proceso revolucionario y de sus liderazgos fundacionales e históricos, nominativos y personalizados, significativamente, y sí mencionados coloquial y directamente por sus nombres propios. Por parte de este autor, no se trataría de situarse en una mirada equidistante: Por el contrario, a mi juicio, los que somos solidarios con la Revolución Cubana y su pueblo, conservando nuestra capacidad de ejercer el principio fidelista del "pensamiento propio" y de la crítica explicitada, fraternal, oportuna y sincera intentamos aportarles con una solidaridad con y de contenidos -sin despreciar y/o subvalorar la llamada "solidaridad de banderas", de numerosos movimientos, organizados en decenas de países, y sí vigentes aun, sorprendentemente, en los más impensados rincones geográficos del mundo-, para lo cual bregamos por ser objetivos, pero jamás ni confundidos ni imparciales, ya sea analítica, diplomática, metodológica y/o políticamente.
En cuanto a algunas adversidades de este proceso revolucionario, siempre he reflexionado sobre la condición insular de Cuba. No se trata solamente del aislamiento geográfico y territorial, limitado hasta sus bordes costeros. La condición de países-islas, en la historia y política mundiales, ¿podría tener algunos rasgos comunes, v.g. en sus políticas exteriores, a pesar de situarse en las antípodas ideológicas y políticas, como Cuba, Japón y Reino Unido?
Y en el caso que nos ocupa, la condición de isla podría considerarse una adversidad bajo algunos puntos de vista, muy contrapuestos y diversos. Para un revolucionario, la política clandestina y potenciales desplazamientos extraterritoriales, eran de suyo complejo, y con necesidad de una retaguardia distante y separada, v.g. México. Para el comercio exterior, los requerimientos logísticos y de gran infraestructura portuaria son exigentes, indispensables y vitales. Y un migrante voluntario no tiene fronteras territoriales para poder cruzarlas, ojalá legalmente, facilitándole su derecho humano a emigrar a otro país, sea fronterizo o no.
A la vez, la isla de Cuba, la mayor de las Antillas, tuvo un extenso historial de ser disputada como una posesión: España la consideraba como una base para el imperio español en sus desfallecientes e inciertos intentos de reconquista, durante el siglo XIX. Y surgiría el posterior interés norteamericano, ya esbozado en la Doctrina Monroe, para, con un razonamiento estratégico, controlar la isla y así tener la llave de entrada al Golfo de México y posesiones norteamericanas en él. Además, sin explicitarse aún, también era parte de la seguridad del Caribe. Y Cuba era perfecta puerta de entrada a ambos mares, geográficamente. Así, no es extraño que hacia la penúltima década de ese siglo XIX comienzan a aparecer los capitales norteamericanos en Cuba, especialmente orientados hacia explotación de la caña de azúcar.
Y bueno, su condición insular ha sido formidable facilitador para el cobarde, criminal, inhumano y prolongado bloqueo impuesto por Estados Unidos de Norteamérica, desde hace ya más de seis décadas, junto con sus condenadas medidas coercitivas unilaterales ilegítimas, y además extraterritoriales, constituyéndose en largo catálogo de agresiones, mal llamadas sanciones.
Ciertamente, es una colosal paradoja que, en contexto de esas adversidades, la Revolución Cubana transformó una pequeña isla caribeña en un país que llegó a tener fuerte incidencia global, con particular énfasis en las tres últimas décadas del siglo XX, y nunca renunciando a su proceso revolucionario, insertos en el entonces llamado Tercer Mundo, con su liderazgo. Y ese gobierno revolucionario nunca debe analizarse como si fuera uno más de mera administración. Agrego dos datos históricos a tener en cuenta, en todo análisis, sin poder profundizar aquí: En 1965 se funda el Partido Comunista de Cuba (PCC), como único partido político existente y reconocido, y, por ende, no es una organización electoralista y convencional, por una parte y por otra, solo en 1975 se aprueba primera Constitución Política en la Revolución Cubana. La actual, elaborada en forma democrática ejemplar, desde la base, se aprobó en febrero 2019.
A su vez, la revolución ha enfrentado complejidades, quizás imprevistas o difíciles de prever, más allá de la condición de territorio insular en que se ha desarrollado. Una ha sido, la peor: El criminal bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de Norteamérica contra Cuba, desde 1962. Si bien la Asamblea General de la ONU, desde 1992, ha venido aprobando resolución anual, por inmensa mayoría, contraria al embargo, y lo ha reiterado por trigésima segunda vez, el 30 de octubre de 2024 -con 187 votos a favor; 2 en contra (EE.UU. e Israel), y 1 abstención (Moldavia)-, lo concreto es que vigente sigue estando, y ha recrudecido en dos últimas administraciones gubernamentales yankees.
En esta gruesa síntesis, inevitable por espacio y extensión de texto, considero que el llamado período especial, a comienzos de los '90, dimanante de la desaparición de la URSS, como una entidad estatal y, seguro, entonces era el principal apoyo internacional concreto bilateral, fue en su momento histórico, y con consecuencias, una grave complejidad, más bien estratégica. Así, sumado a todo lo anterior, se han ido presentando enormes desafíos, para su economía, su sociedad, su liderazgo, el PCC, su política exterior y la vida cotidiana de su pueblo.
Su economía se ha enfrentado en los últimos 15 años a un proceso histórico, casi inédito: Si desde 1848 la convocatoria manifiesta era el llamado a transitar del capitalismo hacia la construcción del socialismo, como etapa hacia una sociedad aun superior, comunista así fue llamada; ahora Cuba incursionaba en algo desconocido y nuevo, como revolucionarios: Abrir las compuertas para que, en su economía socialista, fueran, controladamente, instalándose conductas y prácticas inherentes al capitalismo, en propiedad de los medios de producción, comercio interior, intercambios en cadenas productivas, mercado laboral y ese irrefrenable afán de lucro, con conocidos antivalores competitivos, consumistas, egoístas e individualistas.
Su sociedad, junto con la persistencia del bloqueo criminal, se ha enfrentado a todo aquello nuevo sintetizado en tercer párrafo de estas reflexiones, y en un contexto de envejecimiento de su población, de suyo más difícil aceptarlo y aprehenderlo; más una juventud, sí a veces, deslumbrada, y desviada de conductas militantes y exigencias políticas revolucionarias. En la especie, lo insular es cruzado, ya inevitablemente, sin posibilidad de aislamiento informativo.
Su liderazgo fue impactado fuerte y obviamente con la partida física el 25 de noviembre de 2016, en La Habana, de quien nacido en Birán el 13 de agosto de 1926, como Fidel Alejandro Castro Ruz, sería el abogado que descendió escalinata del Presidio Modelo en Isla de Pinos, al ser amnistiado junto a sus compañeros el 15 de mayo de 1955, y que llegaría, desde la Sierra Maestra, en tanto "guerrillero del tiempo", a constituirse en el comandante en jefe de la Revolución Cubana, y líder reconocido universalmente como "Fidel". Su hermano menor, general de Ejército Raúl Castro Ruz, lo sucedió progresivamente en todos sus altos cargos, funciones y responsabilidades. Ahora es Miguel Díaz-Canel Bermúdez, presidente de la República de Cuba, elegido y reelegido, en estricto apego a la Constitución y la legislación cubanas, a sus disposiciones y procedimientos, quien cumple todas esas altas funciones.
El PCC continúa, cohesionada y disciplinadamente, ejerciendo su definición, establecida así, en el artículo 5 de la Constitución de 2019: "El Partido Comunista de Cuba, único, martiano, fidelista, marxista y leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, sustentado en su carácter democrático y la permanente vinculación con el pueblo, es la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado." Y: "Organiza y orienta los esfuerzos comunes en la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista." Gran desafío histórico.
Su política exterior ha sido de una enorme responsabilidad y rigurosidad; con extenuantes tareas, para su Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrex), de aniversario 65° el 23 de diciembre de 2024, cumpliendo siempre sus compromisos con el internacionalismo, la paz, la solidaridad y la verdad; con su inquebrantable política de principios; con su dignidad y esencial profesionalismo. Así, seguir por estos senderos, en la diplomacia del siglo XXI, es un desafío cotidiano. La CELAC tiene improntas de la II Cumbre en La Habana, el 2014, la más concurrida por jefes y jefas de Estado y de Gobierno: "Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz". Cuba está insertada en el mundo multipolar, en plena edificación, pasando a ser país socio de los BRICS en 2025, y Estado Observador en la Unión Económica Euroasiática, en 2024.
La vida cotidiana de su pueblo se enfrenta, con especial agudeza, a duras condiciones, en gran parte derivadas de aquel bloqueo criminal yankee; pero, además, por burocracia, corrupción emergente, errores de gestión, escasez alimentaria, inflación y problemática cambiaria. Finalmente, hay interrogantes impensadas, a nuestro juicio analítico, estando ya en 66 años de una revolución continua, las cuales son difíciles de sintetizar, para una adecuada y mejor comprensión, en particular de los que constituyen multitudes de "solidaridad de banderas".
Situados ya en el 2025, se trata de ¿cómo preservar y fortalecer la unidad patriótica de los cubanos y cubanas, desde los ya de la cuarta edad hasta los recién nacidos, pasando por esa generación de paso por la vida, que es la juventud anhelante, desafiante y rebelde, y cómo lograr allí desarrollar valores cívicos, éticos, fidelistas, martianos, morales y tradicionales?
¿Cómo consolidar la estabilidad macroeconómica? ¿Cómo superar los atrasos en la entrega de la canasta familiar normada? ¿Cómo terminar la inestabilidad del sistema electroenergético, ya muy deteriorado? ¿Cómo abordar las relaciones inadecuadas entre el sector estatal y el sector no estatal de la economía? ¿Cómo frenar el incremento desmedido e injustificado de los precios? ¿Cómo controlar una de esas tendencias negativas emergentes, en el caso de la abierta especulación? y ¿Cómo seguir combatiendo el burocratismo, con su insensibilidad?
Los revolucionarios, ¿tienen el derecho humano a cansarse? Sí, sin duda. ¿Cómo equilibrarse entre la esperanza y una eventual desesperación? Ah, pero esto es distinto, totalmente, a la contrarrevolución, deserción o traición. El pueblo cubano lo distingue. Autodeterminación; democracia participativa; dignidad; humanismo; independencia; internacionalismo; mística revolucionaria; no intervención e injerencismo en los asuntos internos, y, soberanía propia construida, desde 1959, no deben "cansarse", entregarse, perderse ni venderse, ¡jamás!
Otra interrogante es ¿cómo seguir preservando la creatividad, el heroísmo y la resistencia cubanas, en situación recurrente de desastres naturales, y con sus precariedades? Los países amigos son, y seguirán siendo, un soporte cardinal en esta incansable tarea. La Federación de Rusia, enviando al viceprimer ministro Dmitri N. Chernyshenko, copresidente de la Comisión Intergubernamental Ruso-Cubana de Cooperación Comercial, Económica, Científica y Técnica, y, posteriormente, al ministro de Situaciones de Emergencias, teniente general Alexander V. Kurenkov, en noviembre de 2024, así lo ha comprendido. Cada cubana y cubano lo sabe y lo valora. Y toda diplomática o diplomático cubano lo debe agradecer, destacar y difundir per se.
Finalmente, ver al general de Ejército Raúl Castro Ruz, con sus 93 años y "con su legendaria energía", integrado plenamente en la "Marcha del Pueblo Combatiente", volviendo a convocar a una multitud, en el atardecer del 20 de diciembre de 2024, al término del 4° Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), en su X Legislatura, puede ser un buen esbozo ad hoc de respuesta, aguda y preliminar, para análisis, pensamiento y reflexión, sobre desafíos e interrogantes.
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