El acuerdo entre Trump y Netanyahu sobre Gaza

En medio de un contexto geopolítico complejo y marcado por décadas del conflicto, la relación entre Estados Unidos, Israel y Palestina ha estado en el centro de la atención internacional. El supuesto acuerdo de paz entre el presidente Trump y Benjamín Netanyahu, pretendía sentar las bases para una solución duradera en la Franja de Gaza, y ha sido objeto de críticas por sus limitaciones y exclusiones. Al omitir a la parte palestina, la dueña del territorio de Gaza, que forma parte histórica e integral del Estado palestino, podría estimarse de dudosa legalidad.

El acuerdo buscaba promover una reducción de las tensiones en Gaza, que desde hace años enfrenta invasiones israelíes, bloqueos armados y una crisis humanitaria persistente. Israel debía abstenerse de realizar operaciones militares en la zona. Israel ha incumplido su palabra, con la continuación de los bombardeos a Gaza, post el alto al fuego.

El acuerdo no incluyó aspectos fundamentales que el conflicto requiere para una solución genuina. No abordó las demandas políticas de reconocimiento del derecho del pueblo palestino a su autodeterminación y a establecer un estado independiente y soberano. Ello por cuanto Benjamín Netanyahu y el presidente Trump se oponen a un estado palestino independiente, en una posición aislada internacionalmente, en contraste con los recientes reconocimientos de varios países de la Unión Europea. Hoy 160 países de la Asamblea General de Naciones, más de los dos tercios, han expresado su reconocimiento. La cuestión de Jerusalén, quedó fuera del pacto.

El tema crucial del término de la ocupación militar israelí de los Territorios Palestinos Ocupados, y el desmantelamiento y evacuación de los asentamientos israelíes en Cisjordania -cuyos colonos alcanzan a 800.000- no fueron considerados, pese a lo ordenado por la sentencia del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya de 19 de julio de 2024, que los declaró ilegales y violatorios del Derecho Internacional. La promesa de mejoras en Gaza, sin acompañamiento de un proceso político que garantice la soberanía palestina plena, fue vista como una mera estrategia que no contribuye a una paz sostenible. El proyecto de Francia y Arabia Saudita de incorporar a Palestina como el Estado Soberano número 194, en Naciones Unidas, no se concretó.

El acuerdo no incluyó a los actores palestinos, cuyo rol se reduce a un comité de tecnócratas, en Gaza, lo que generó rechazo de las diferentes facciones palestinas. El Consejo Internacional de Administración lo integra Tony Blair y lo preside el propio presidente Trump.

El acuerdo entre Trump y Netanyahu sobre Gaza es de alcance limitado y dejó fuera los aspectos políticos esenciales para una resolución definitiva del conflicto. La falta de propuestas del retiro total del ejército israelí de la Franja de Gaza, sobre derechos políticos, Jerusalén y el reconocimiento del Estado palestino, impiden lograr una solución integral.

Este acuerdo puede entenderse como una estrategia de gestión de crisis a corto plazo, pero sin un marco político que garantice la justicia y los derechos de los palestinos a la autodeterminación y a establecer su Estado soberano. La historia del conflicto muestra que sin una solución política inclusiva, los ciclos de violencia seguirán afectando a la región, y acuerdos parciales, no lograrán resolver las raíces del problema estructural de carácter político y territorial que alimentan el conflicto.

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