Reapertura sabatina de la Biblioteca Nacional, camino a la revitalización cultural

El regreso de la atención sabatina a la Biblioteca Nacional marca el inicio de un proceso más amplio: abrir los espacios culturales al tiempo de las personas, ampliar oportunidades y fortalecer el ejercicio de los derechos culturales.

El pasado sábado 4 de octubre, la Biblioteca Nacional volvió a abrir sus puertas al público en día sábado, después de años de restricción horaria. Desde temprano, el frontis de Alameda se transformó en un espacio de celebración: el Coro Ciudadanos del Mundo, integrado por estudiantes y egresados de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, dio inicio a la jornada, seguido por la presentación de la Orquesta del Colegio Pedro Aguirre Cerda, que llenó de música las escalinatas del edificio.

Durante la mañana, cientos de personas ingresaron al principal centro bibliográfico del país. Familias, lectoras, investigadores y estudiantes recorrieron los espacios reabiertos: Catálogo e Informaciones, la Sección Periódicos y Microformatos, el Salón Gabriela Mistral y el Salón Marta Cruz Coke, además de las exposiciones "El mundo en una biblioteca: cien años de la donación de José Toribio Medina", "100 años del Palacio de los Libros" y "En el Camino", de Ana María Ziebold. Los visitantes disfrutaron también del Café Justicia, la Librería Amanda Labarca y las visitas guiadas organizadas por el equipo de mediación patrimonial.

Más que un evento, fue un reencuentro entre la ciudadanía y un espacio que forma parte de la memoria viva de Chile. Esta reapertura -posible gracias al apoyo del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio- marca el inicio de una política más amplia del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural: la extensión de horarios en museos y bibliotecas públicas de todo el país. Su objetivo es ampliar el acceso y participación de la ciudadanía, fortalecer la vinculación con las comunidades locales y contribuir a la seguridad pública mediante una mayor presencia institucional en los territorios.

Durante la pandemia, muchos espacios culturales debieron cerrar o restringir su funcionamiento. Algunos tardaron años en volver a abrir. Reabrir hoy una biblioteca -en un día y horario donde la vida cotidiana lo permite- no es un gesto menor: es una forma concreta de devolver el tiempo cultural a las personas.

En regiones, este proceso ya comenzó. En la Región de Aysén, el Museo Regional amplió su jornada hasta las 20:00 horas y la Biblioteca Regional abrió sus puertas los sábados, con gran respuesta del público local. En Santiago, instituciones como el Museo Nacional de Bellas Artes, el Museo Histórico Nacional y el Museo Nacional de Historia Natural, en la Quinta Normal, también avanzan hacia la apertura extendida.

Cada sala encendida al caer la tarde, o cada espacio reabierto un fin de semana, representa un paso en la recuperación del vínculo entre cultura y ciudadanía. Esta medida es posible además gracias al gran compromiso de cientos de trabajadoras y trabajadores del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural en todo Chile, de estamentos directivos, profesionales, técnicos y auxiliares que comparten una mirada de la función pública siempre al servicio de la ciudadanía. Y, como toda política pública seria, se desarrollará con una evaluación inicial de seis meses para monitorear la afluencia de público, recoger buenas prácticas y fortalecer la gestión territorial.

Chile ha demostrado una profunda vocación por reencontrarse con su patrimonio. Lo vemos cada año en los Días de los Patrimonios, cuando millones de personas visitan museos, bibliotecas y sitios históricos, y lo veremos nuevamente el 24 de octubre, en la próxima Noche de los Museos, cuando las instituciones culturales vuelvan a iluminar sus espacios de noche, invitando a la comunidad a habitar la cultura. Reabrir los espacios culturales es, en ese sentido, continuar esa tradición cívica del encuentro porque la cultura y el patrimonio forman parte de aquello que nos conforma en comunidad.

Pero esta medida también tiene un sentido formativo. En tiempos dominados por la inmediatez digital, las bibliotecas y museos ofrecen una pausa necesaria. Son lugares donde niñas, niños y jóvenes pueden mirar con calma, descubrir, reflexionar.

Frente al ruido de las redes sociales y la velocidad de la información, estos espacios invitan a la atención, al pensamiento, a la profundidad. En ellos se aprende a leer críticamente, a escuchar, a contemplar. Son lugares donde se ensaya otra forma de estar en el mundo: más humana, más consciente, más compartida. Por eso, la reapertura sabatina de la Biblioteca Nacional es más que la recuperación de un horario: es el símbolo de una política que entiende que la cultura vive cuando sus espacios están abiertos y habitados. Cada libro consultado, cada niño que entra a una sala, cada visitante que levanta la vista hacia el vitral del hall central hace presente la idea de un patrimonio vivo, abierto y compartido. Porque abrir más no es solo extender horarios: es devolverle sentido público al tiempo de la cultura.

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