La Unión Europea de los 27. Así es como deberemos empezar a referirnos a este gran bloque continental, tras la confirmación de que en el Reino Unido triunfó la opción de abandonar la UE. Y aunque no fue un resultado demoledor, el “Leave” obtuvo el 51,9% de los votos frente al 48,1% del “Remain”, la ventaja es de más de 1,2 millones. Y eso abre un escenario sin precedentes para el Reino Unido y el resto de la Unión Europea.
El Primer Ministro David Cameron —quien cumplió con su promesa de campaña de realizar este referéndum, aunque estaba a favor de permanecer en la UE— ya anunció su renuncia a partir de octubre, lo que seguramente dejará abierto el camino a Boris Johnson, el singular ex alcalde de Londres y ferviente entusiasta del Brexit, aunque ambos pertenecen al Partido Conservador.
Es que el tema de la salida del Reino Unido de la UE fue un asunto absolutamente transversal, independiente de la edad, la condición social o la militancia política. Y que se hizo fuerte a partir de la situación económica, el rechazo al establishment, el complejo tema de la inmigración y la amenaza del terrorismo islámico, fundamentalmente.
En el contexto de los 60 años que ha tomado construir la integración europea pos Segunda Guerra Mundial, el Reino Unido siempre fue un socio que no ocultó sus reparos.
La creación de la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (1951), así como de la Comunidad Económica Europea y la Comunidad Europea de la Energía Atómica (ambas en 1957), fueron impulsadas por la entonces República Federal Alemana, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y Holanda. Por su parte, el Reino Unido se integró recién en 1973 y apenas dos años después, en 1975, realizó un referéndum para ratificar su permanencia, que entonces obtuvo un 67% de apoyo.
En ese contexto, Londres posteriormente buscó tener un estatus “especial” en diferentes ámbitos. Por ejemplo, al permanecer fuera del Tratado de Schengen, que establecía la libre circulación de ciudadanos comunitarios, y el rechazo al euro en favor de mantener la libra.
Ahora el foco de atención estará en cómo y cuánto tiempo tomará la desvinculación del Reino Unido. De acuerdo al Artículo 50 del Tratado de Lisboa (2009), que establece los mecanismos para la salida de un país miembro de la UE, el plazo debería durar cerca de dos años, aunque Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, ya ha dicho que espera que esto se resuelva en un plazo más corto. Fundamentalmente para entregar una señal de estabilidad a los mercados y a los ciudadanos del resto de la UE.
Sin embargo, es un hecho indesmentible que el triunfo del Brexit es un duro golpe a la Unión Europea. Los sectores más euroescépticos en países como Francia, Holanda, Austria e Italia ya están pidiendo que se realicen votaciones similares, lo que podría generar un “efecto dominó” con impensables consecuencias.
Además, este resultado también ha tenido un impacto dentro del Reino Unido, porque en Escocia la opción de permanecer en la UE ganó por un 63%. Y no hay que olvidar que hace apenas dos años los escoceses ya habían realizado un referéndum para decidir si seguían formando parte del país.
Frente a eso, ya se están levantando voces que piden una nueva votación que, si finalmente se concreta, podría dejar a Escocia fuera del Reino Unido, para así convertirse en un país independiente y un nuevo integrante de la UE.
La salida del Reino Unido de la Unión Europea, obviamente, no significará su aislamiento continental, sigue siendo parte de la OTAN, pero sí será un importante retroceso en el proceso de integración que había experimentado.
Considerando que el principal destino de las exportaciones británicas son los países de la UE (unos 170 mil millones de euros en 2015), habrá que redefinir aspectos tan importantes como la existencia o no de aranceles. Un tema no menor para Chile, cuyas exportaciones al Reino Unido hoy entran en condiciones preferenciales gracias al acuerdo de integración de nuestro país con la UE.
Winston Churchill le dijo una vez a Charles de Gaulle que “cada vez que Gran Bretaña tenga que decidir entre Europa y el mar abierto, siempre elegiremos el mar”. El Brexit parece haberle dado la razón.
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