La invasión rusa de Ucrania, iniciada el 24 de febrero de 2022, tiene implicancias globales, tanto a nivel económico, como humanitario y estratégico. A nivel económico, ha existido un sostenido aumento en los precios del petróleo, del gas y de muchos productos relacionados con el trigo, puesto que tanto Rusia como Ucrania son importantes productores de los mismos.
A ello se suman las sanciones económicas a Moscú y las amenazas del corte de gas ruso a Europa, lo que aumentaría todavía más los costos económicos del conflicto. A nivel humanitario, el desplazamiento forzado, tanto interno como externo, de ucranianos supera los 10 millones al 31 de marzo, esto es casi 10% de su población, del cual más de cuatro millones se han dirigido hacia los países vecinos, y más de la mitad de ellos a Polonia.
Sin desconocer la suma importancia de las fuertes implicaciones económicas y humanitarias de la guerra, es en el nivel estratégico donde se juega la conformación de un nuevo escenario internacional, distinto al de la Guerra Fría y al de la posguerra fría. Estamos en presencia de un enfrentamiento entre Estados Unidos y Rusia, con una renovada importancia de la OTAN. La alianza atlántica que había sido fuertemente criticada por el gobierno de Donald Trump, adquiere un rol central en el conflicto ucraniano, convirtiéndose en el principal referente de la seguridad norte-atlántica, frente a la amenaza que representa Rusia.
Además, en el contexto del actual conflicto, está la renovada importancia y amenaza que adquieren las armas de destrucción masiva, las que refieren a tres tipos principales de armamentos: armas químicas, biológicas y nucleares. A ellas hay que agregar los misiles balísticos intercontinentales, esto es misiles que tienen un alcance superior a 5.000 kilómetros, los que -a su vez- pueden contener el tipo de armas antes mencionadas.
En cuanto a armas químicas y biológicas, desde mediados de marzo aumentaron las advertencias occidentales sobre un posible uso de este tipo de armamento por parte de Rusia. Estas advertencias se dieron en el contexto de los escasos avances logrados por Moscú en el campo de batalla ucraniano. A ello se suma la convocatoria por Rusia del Consejo de Seguridad de la ONU el 11 de marzo de 2022, acusando a Ucrania y a Estados Unidos del desarrollo de armas biológicas en laboratorios ucranianos en el marco de las investigaciones sobre el Covid-19.
Algunos líderes occidentales, entre ellos el primer ministro británico, Boris Johnson, y el canciller alemán, Olaf Scholz, señalaron que estas acusaciones podían servir de respaldo para un ataque químico ruso como "operación de falsa bandera", esto es aparentar que fueron llevadas a cabo por otros actores y no por Rusia.
En lo que dice relación con las armas nucleares, cabe señalar que durante toda la Guerra Fría la doctrina de disuasión en el uso de estas armas sirvió para evitar un enfrentamiento nuclear que habría tenido consecuencias impredecibles para toda la humanidad y el planeta. Sin embargo, desde el inicio de la invasión de Ucrania insistentemente se ha hablado de este tipo de armas. Hacia fines de febrero de 2022, el presidente Putin decidió colocar en alerta sus fuerzas nucleares, lo que habría sido en respuesta a las sanciones económicas. Posteriormente, hacia el 22 de marzo, el secretario de Prensa, DimitryPeskov, afirmó que Rusia contemplaría el uso de armamento nuclear en el caso de una "amenaza existencial".
El secretario general de la ONU, António Guterres, hacia mediados de marzo, señaló que la perspectiva de un conflicto nuclear nuevamente está en el ámbito de lo posible.
Las implicancias estratégicas globales de la guerra de Ucrania van desde la conformación de una nueva seguridad global, con un aumento sustantivo en el gasto militar, y en la percepción que representa la amenaza de Rusia especialmente para Europa; hasta una amenaza en el uso de armas nucleares. Rusia y Estados Unidos son las principales potencias nucleares del mundo y el uso de las mismas afectaría drásticamente a todo el planeta, a través de lo que durante la guerra fría se conoció como "mutual assured destruction" o destrucción mutua asegurada, llevando en inglés las iniciales de MAD, para expresar que esto significaría una locura.
Debemos recordar que el denominado "reloj del fin del mundo", adoptado por varios científicos y premios Nobel, agrupados en el Boletín de Científicos Atómicos, nos señala todos los años que tan cerca o lejos estamos del fin del mundo. Desde enero 2021 las manecillas del reloj están en 100 segundos para la medianoche, lo más cerca del Apocalipsis desde 1947. Esta última "medición", que toma en cuenta el cambio climático y la posibilidad de un holocausto nuclear, no alcanzó a tomar en consideración la invasión rusa de Ucrania y, por lo tanto, las consecuencias estratégicas a ella asociadas.
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