Hacia mediados de junio de 2023, el presidente iraní Ebrahim Raisi realizó una visita que incluyó tres Estados latinoamericanos: Venezuela, Nicaragua y Cuba, los que comparten posiciones comunes, especialmente en lo que se refiere a su oposición a Estados Unidos. Además, los cuatro países enfrentan sanciones económicas por parte de Washington. El presidente iraní ha insistido en la existencia de un nuevo orden mundial, con un enemigo común de estos cuatro países, en clara alusión a Estados Unidos.
En Venezuela, el presidente iraní se reunió con su homólogo Nicolás Maduro, con quien suscribió 25 acuerdos en distintas áreas de desarrollo, incluyendo transporte marítimo, minería, petroquímica, ciencia y tecnología, con la finalidad de crear un centro de innovación entre ambos países. Estos convenios fortalecen la relación bilateral, la que ha tenido un desarrollo continuo y creciente desde la administración de Hugo Chávez.
En Nicaragua, Raisi y el presidente Daniel Ortega firmaron acuerdos de cooperación en varias áreas: comercial, judicial, salud, tecnológica y científica. Ambos mandatarios declararon que las dos revoluciones, la iraní y la sandinista, están hermanadas, puesto que ocurrieron el mismo año (en 1979) y las dos tienen un componente antiestadounidense. Asimismo, se consolidó una cooperación estratégica, la que ya había sido reafirmada en 2007 y 2012, con la visita del entonces presidente iraní Mahmud Ahmadineyad a Managua.
En Cuba, Raisi se reunió con las máximas autoridades, encabezadas por el presidente Miguel Díaz-Canel, asistió a un foro de negocios y firmó acuerdos en varias áreas, entre ellas la de biotecnología. La relación bilateral proviene de 1979, después de la revolución islámica en Irán, siendo fortalecida por sus respectivos líderes de la época, Fidel Castro y el ayatola Jomeini.
Estos tres países latinoamericanos, Cuba, Nicaragua y Venezuela, comparten algunos rasgos importantes: primero, tienen una ideología común, que es abiertamente antiestadounidense y antiisraelí; segundo, están enfrentados a sanciones impuestas por Estados Unidos; tercero, forman parte de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA, por sus iniciales), fundada en 2004. Desde 2007, Irán es un Estado observador de esta organización y ha buscado crecientemente fortalecer sus relaciones con sus integrantes, especialmente con estos tres países que ha visitado el presidente Raisi.
El régimen de Teherán también ha fortalecido sus vínculos con un cuarto integrante del ALBA, que es Bolivia. Aunque los lazos fueron suspendidos durante el gobierno de Añez en 2019, se reanudaron a partir de la asunción del presidente Arce en noviembre de 2020. De hecho, en la asunción de Arce estuvo presente el canciller iraní Javad Zarif. Las relaciones entre ambos países se establecieron en 2007, durante los gobiernos de Evo Morales y Ahamdieneyad, quienes suscribieron varios acuerdos de cooperación estratégica y económica.
Los lazos de Irán no se limitan a los países integrantes del ALBA, sino que han buscado extenderse a otros países latinoamericanos, especialmente a Brasil. Además del importante comercio bilateral existente, Teherán ha fortalecido sus lazos políticos y estratégicos con Brasilia.
En la primera década del siglo XXI, los presidentes Lula y Ahmadinejad, de Brasil e Irán, respectivamente, desarrollaron vínculos políticos y estratégicos, que tuvieron su máxima expresión en la suscripción de un acuerdo nuclear en 2010, el que también fue firmado por Turquía. Este acuerdo le permitiría a Irán intercambiar su uranio enriquecido, de modo de evitar nuevas sanciones internacionales impulsadas por Estados Unidos. El acuerdo fue fuertemente criticado por la Casa Blanca.
Tras la asunción de Dilma Rousseff a la presidencia de Brasil (2011), los vínculos bilaterales se deterioraron, debido a la fuerte denuncia de la presidenta a las violaciones a los derechos humanos en Irán. Con la vuelta de Lula a la presidencia se abren nuevas oportunidades para retomar y consolidar la cooperación política y estratégica entre ambos países.
De este modo, hacia inicios de este año, Brasilia dio la autorización para que dos buques de guerra iraníes atracasen en el puerto de Río de Janeiro, donde permanecieron algunos días. En la ocasión, la prensa estatal iraní calificó esta presencia como un desafío a la hegemonía de Estados Unidos en la región latinoamericana.
Cabe mencionar que estas relaciones y la presencia iraní en la región han sido vistas con preocupación por Estados Unidos, la Unión Europea e Israel, especialmente por el aumento de capacidades militares de Irán y por el desarrollo de un programa nuclear. A lo anterior se suma el atentado realizado en 1994 en contra de la AMIA, del que la justicia argentina acusa al país persa. Esta preocupación es todavía mayor a partir de la invasión rusa de Ucrania, debido a la relación estratégica que se ha desarrollado entre Teherán y Moscú.
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