El liberal-globalismo que apunta a la constitución de un dominio único mundial, a través del control financiero e ideológico, ejerce su acción e influencia a través de varios actores. En este sentido, la alta burguesía capitalista global que ha impuesto diversas agendas, cuyos promotores políticos van desde algunas izquierdas supuestamente duras, pasando por las alternativas "woke", todo tipo de subalternismo, pasando por paleo y neoconservadurismos hasta expresiones anarcocapitalistas o libertarias, ha logrado instalar órganos de maniobras para sus propósitos de control total. Todos ellos son cabezas de la serpiente.
La geopolítica del mundo, caracterizada por una guerra fuertemente cognitiva, cuyo fin es el control de las mentes, para lo que los medios de comunicación y las redes sociales resultan fundamentales, ha derivado en una ampliación de los agentes ideológicos de propaganda. Si bien en un principio la Organización de Naciones Unidas se había convertido en el principal soporte y transmisor ideológico del liberal-globalismo, actualmente eso se ha diversificado haciendo de canales abiertos, de cable, de redes, periódicos, revistas, bots, youtubers, influencers, opinólogos pagados, entre otros, agentes de la propaganda occidental con el fin de impedir el conocimiento de la verdad a través de la influencia sobre las consciencias de los pueblos.
Es por esto que la propuesta de combatir la desinformación es un tema de lucha política clave de los actores lacayos del globalismo. Con el fin de combatir la desinformación se propone prohibir el conocimiento de la verdad. Por ejemplo, en Alemania se ha retirada de librerías, libros sobre el conflicto ucraniano que contradigan la versión oficial. La represión sobre las personas que opinan en redes sociales se hace cada vez más intensa y así otras medidas totalitarias.
Hay hechos significativos de los que cabe poner atención debido a las implicancias que pudieran tener en esencia. El diálogo entre el rey Carlos III y el cardenal Prevost, llamado papa León XIV, sustito de Bergoglio, llamado papa Francisco, podría traer consigo una conformación crucial entre la masonería político-financiera y la eclesiástica, un eje de unión entre el mundo y la iglesia vaticana. Por otra parte, la autonomía de Netanyahu respecto de Trump obedecería a la influencia de Israel sobre la comunidad sionista estadounidense, lo que hace de cualquier intento de paz en Medio Oriente algo irrisorio. En Sudamérica, el gobierno de Milei resulta una pieza clave para potencias y actores de influencia globales. Así, Argentina podría convertirse en un escenario de operaciones de Estados Unidos y de Israel a nivel global, sólo matizado por la aún importante influencia económica china sobre Argentina y la presencia militar del gigante asiático en la provincia de Neuquén.
Estos hechos y otros más requieren de la atención estratégica de los Estados nacionales y de la opinión pública para estar alertas a los tiempos de incertidumbre.
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