Momento para el diálogo

En los últimos días, el mundo ha recibido con esperanza los avances hacia el fin de la guerra entre Israel y Gaza. Gobiernos, organismos internacionales y ciudadanos comunes han visto en este nuevo escenario una posibilidad real de paz, de reconstrucción y de alivio para millones de personas. No sólo el mundo occidental ha apoyado la iniciativa, sino también países del mundo árabe-musulmán, como Turquía, Egipto, Catar, Arabia Saudita, y la propia Autoridad Palestina.

Incluso en Chile, voces de distintos sectores políticos y sociales han valorado el esfuerzo diplomático y el cese del fuego como un paso necesario hacia una convivencia más justa y humana.

Sin embargo, esa esperanza no parece ser compartida por algunas agrupaciones y por un sector de la comunidad palestina en Chile. Lejos de celebrar la posibilidad de poner fin al sufrimiento en Gaza, han respondido con declaraciones cargadas de resentimiento y rechazo. En lugar de promover el diálogo o acompañar con prudencia este proceso, han optado por perpetuar el discurso del odio, ese mismo que durante décadas ha sido un obstáculo insalvable para la paz.

En este mismo medio de comunicación se ha informado de una marcha realizada el fin de semana, donde las imágenes dan cuenta de sentimientos odiosos y donde los mensajes de esperanza y de apoyo a la paz brillaron por su ausencia.

Chile siempre ha sido un país que acogió a distintas comunidades con respeto y empatía. Por eso resulta deseable que la comunidad palestina sea un puente de entendimiento entre pueblos, y no se deje arrastrar a la trinchera ideológica. En manifestaciones recientes y en comunicados públicos, hemos visto una negación sistemática de los hechos, una justificación del conflicto y un silencio absoluto frente al dolor de las víctimas israelíes. Esa actitud no construye nada, solo reproduce el ciclo de fanatismo y negación que ha destruido generaciones enteras en Medio Oriente.

Es legítimo tener una posición crítica hacia las políticas de cualquier gobierno, incluido el de Israel. Pero otra cosa muy distinta es negar el derecho del pueblo israelí a existir en paz o justificar la violencia cuando las víctimas son civiles. En este momento histórico, el mundo necesita más voces que apuesten por la reconciliación, no por la revancha. El slogan de borrar a Israel del mapa, desde río hasta el mar, ya no tiene cabida.

Hace dos años, Israel fue víctima de una masacre inhumana, perpetrada sin justificación alguna. Durante este período, nuestro objetivo fue recuperar a los secuestrados y desmantelar la infraestructura terrorista de Hamas. Repetimos mil y una veces que la guerra podía terminar de inmediato, si Hamás liberaba a los secuestrados, y hoy los hechos nos están dando la razón.

Es momento de reestablecer el diálogo, fortalecer a los moderados, desarrollas iniciativas de cooperación regional y abandonar los discursos maximalistas y de odio. Esperemos que esta propuesta también tenga en Chile el respaldo que merece.

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