Hace un mes, el 7 de octubre de 2023, fuimos testigos de un acto de violencia tan desenfrenado que su eco resuena con el trauma de generaciones pasadas y sacude los cimientos de nuestro presente. El ataque perpetrado por Hamás en suelo israelí, que arrebató más de 1.400 vidas y dejó a 240 personas en las sombras del cautiverio, no fue solo un golpe contra los judíos, sino contra la humanidad entera.
La masacre de octubre se cierne sobre nosotros como la mayor matanza de judíos en un solo día desde el Holocausto. La magnitud de esta tragedia se entrelaza con la memoria colectiva de nuestro pueblo, evocando la profunda herida que fue la Noche de los Cristales Rotos. El 9 de noviembre, conmemoramos aquel preludio del Holocausto, cuando las calles de Alemania se teñían con el cristal astillado y la sangre de nuestros antepasados. Ahora, las imágenes del 7 de octubre se superponen con aquellas de 1938, recordándonos la fragilidad de la paz y la persistencia del odio.
El paralelismo es ineludible y la lección, imperativa. De la misma manera que el mundo no pudo ignorar las llamas que consumían las sinagogas y los negocios judíos en la Kristallnacht, no podemos pasar por alto las cenizas de este nuevo ataque, ni así tampoco la nueva ola de antisemitismo que recorre el mundo, con rayados, amenazas, sinagogas incendiadas, y personas agredidas (golpes y puñaladas).
No se trata solo de recordar el horror, sino de enfrentar la realidad de que la intolerancia y el extremismo siguen siendo amenazas virulentas. De hecho, es posible asegurar que este no ha sido un ataque solo en contra de Israel y del pueblo judío, sino en contra de todo el mundo civilizado.
Hoy, como presidenta de la Comunidad Judía de Chile, elevo un llamado no solo al duelo, sino a la acción. Debemos trabajar incansablemente para fortalecer los lazos de solidaridad con todos aquellos que, independientemente de su credo o nacionalidad, se levantan en contra del terror y la discriminación. No podemos permitir que el odio, en ninguna de sus formas, encuentre refugio o justificación.
Este es un llamado a la reflexión, pero también a la acción.
Desde Chile hacemos eco del grito desesperado del abuelo chileno de una de las secuestradas (Mia Schem), quien rogó al Presidente Boric interceder por ella.
La guerra y la muerte de civiles de todas las partes involucradas serán siempre una tragedia, por eso nuestro mayor deseo es que la paz se imponga en la región. En Chile siempre hemos trabajado por la tolerancia y el respeto, y en contra de los discursos de odio, por ello, también pedimos que cesen las expresiones judeofóbicas que hemos visto en el último tiempo.
Finalmente, a un mes de los fatídicos hechos ocurridos en Israel, que el recuerdo de las víctimas se convierta en la llama que ilumine nuestra lucha por la paz y la dignidad humana, y que todos los secuestrados sean liberados.
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