Son incontables los intentos de la derecha mundial organizada y conducida por Estados Unidos y sus aliados de Europa y Estados Unidos para derrocar al régimen socialista bolivariano que conduce Nicolás Maduro.
Quieren acabar con un gobernante elegido democráticamente que se sale del corral neoliberal para construir un socialismo no marxista, sino alternativo: un socialismo bolivariano, que también quiere decir latinoamericano. Ya no se combate a los “rojos”, porque la mayoría de sus dirigentes son católicos. Se combate el modelo económico que quiere ser la alternativa democrática para terminar con la tremenda desigualdad en las riquezas del país y del mundo.
El próximo intento son las elecciones presidenciales que han hecho muchos esfuerzos por sabotear.
Primero, cuando Washington bajó la orden a su patio trasero de desconocer los acuerdos de Santo Domingo donde después de dos años de negociaciones casi se logró que el país volviera a la paz. Pero como esto no le convenía a la oposición golpista que sólo quiere sacarlo del poder, se exigió como observador no a Naciones Unidas, como quería Maduro, sino a los integrantes del Grupo de Lima, un improvisado conjunto de países contrarios al chavismo que se reunió en agosto último en la capital peruana, aún liderada por un Presidente corrupto obligado a renunciar meses después.
Esos serían los encargados de desconocer las elecciones de un país que en manos del movimiento chavista conquistó y reconquistó legítimamente el poder en varias elecciones anteriores con observadores extranjeros y un sistema electoral alabado por expertos internacionales.
Maduro ha sido el rey de las elecciones como solución democrática a los conflictos con los enemigos de su proyecto. Solamente el año pasado convocó a tres y las ganó: por la Asamblea Constituyente, de gobernadores y municipales. De la primera, la derecha se restó, le teme a las elecciones pues sabe que la mayoría electoral está con Maduro. Entonces trata de impedirlas. Ahora, cuando los comicios presidenciales son inminentes, hay países como Chile, que los han declarado fraudulentos de antemano; o, como Canadá, que ha ordenado el bloqueo de las calles de acceso a las urnas para los ciudadanos venezolanos no puedan votar el domingo.
Los opositores dicen que estas elecciones no son legales porque es la Asamblea Nacional (AN), en manos de la derecha opositora, y no la Asamblea Constituyente que eligieron 8 millones de chavistas, quien debiera convocarlas. El gobierno de Maduro explica que la AN está “en desacato” por haber persistido en aceptar a tres diputados del estado de Amazonas, electos fraudulentamente, por cohecho, según el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). Enfrentado a este nuevo conflicto, Maduro vio que la única manera de resolver la impasse política entre el TSJ y la AN, en un momento de cuasi guerra civil , fue recurrir al poder legítimo y originario que viene del pueblo, una Asamblea Constituyente.
Se convocó tras momentos de fatales luchas callejeras provocadas por la oposición organizada en las llamadas “guarimbas” - hordas de paramilitares y mercenarios en acción desde 2014 -, que salieron a destruir todo lo que se le pusiera por delante, con resultados de más de cien muertes, heridos y hasta quemados vivos.
Maduro está siendo tan atacado como lo fuera otrora Fidel Castro, aunque hasta ahora ha logrado apaciguar los fuegos trasladando el campo de batalla de la violencia mortal, a las lides de democracia. Pero nadie sabe qué pasará en el futuro próximo, porque el Imperio amenaza.
Donald Trump ya lo declaró a periodistas en su campo de golf en New Jersey el año pasado: “Tenemos muchas opciones para Venezuela, incluyendo una posible opción militar, si es necesario”.
La otra es similar a la que ocuparon con el Chile del Presidente Salvador Allende: boicot económico y bloqueo financiero para asfixiar al pueblo. Lawrence Eagleburger, ex secretario de Estado de Bush, lo había anunciado por televisión: ”debemos usar las herramientas económicas para hacer que la economía venezolana empeore, de tal manera que el chavismo en el país y en la región se vaya a pique…” Es lo que pasa ahora con la economía venezolana que ha hecho huir del hambre a más de un millón de los 31 millones de venezolanos.
Lo que venga a continuación está en suspenso hasta este domingo, en que votarán de nuevo a Maduro para que continúe su heroica lucha por un país más justo o por su adversario más próximo, Falcón, para decirle adiós a la era chavista y volver al redil en que estamos todos.
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