La semana pasada el Pueblo Mapuche celebró el Wetripantu (año nuevo). En este contexto cabe destacar lo que ha acontecido con la Consulta Indígena. Por una parte, los Lafkenches (mapuches que viven en la costa) la rechazan porque aseguran que “las tierras no se venden ni se arriendan”. También la rechazaron los Pueblos Atacameños, Quechuas y Aymaras, así como la Asociación de Municipios con Alcalde Mapuche (Amcam), que llamó al Gobierno a suspender la consulta y avanzar hacia un verdadero acuerdo nacional.
Estos hechos, que ocurren con Chile, calzan curiosamente con un fenómeno que se está produciendo en Estados Unidos con la población afroamericana. Se trata de las reparaciones que están pidiendo al Congreso por sus antepasados esclavizados. El argumento es que los esclavos vivían y morían como tales y que no tenían ninguna capacidad de generar recursos y transferirlos a las siguientes generaciones.
¿Qué piden los afroamericanos? Que se cumpla con la promesa del gobierno estadounidense de que, al terminar la Guerra Civil, se les entregaran 40 acres de tierra. Hoy eso significaría reparaciones por 6 trillones de dólares.
El senador republicano, Mitch McConnell, se opone a las reparaciones, pues asegura que, “se trata de algo que sucedió hace 150 años y nadie actualmente vivo fue responsable de eso".
Es claro que una reparación económica parece muy compleja, sin embargo distintos expertos señalan que la alternativa es crear una nueva estructura de oportunidades e inclusión para esta población vulnerada.
Qué interesante que ambos conflictos, tanto el indígena en Chile como el afroamericano en EE.UU. digan relación con la tierra.
Volviendo a Chile, Diego Ancalao dice que la Consulta Indígena apunta a despojarlos nuevamente de sus tierras y derechos de agua, bajo una soterrada visión economicista que indica que de 150.000 hectáreas entregadas a los mapuches, hay un 60% que no ha sido ocupada, por lo que permitir la compra y arriendo de dichas tierras a empresarios agrícolas sería la solución.
Esto reitera la falta de conocimiento y comprensión de la cultura mapuche, que se basa en una cosmovisión absolutamente contraria a la acumulación de riqueza. La “gente de esta tierra", tiene una profunda conexión con la naturaleza, por lo tanto, al ser despojados de sus tierras, les arrebatan su cultura.
El medio inglés The Guardian también ha abordado el tema, tomando las palabras de la Lonko Juana Calfunao. “La Pacificación de la Araucanía significó que el ejército chileno, en complicidad con la iglesia católica, invadiera territorio mapuche, quemara nuestras casas, matara a nuestra gente y ahogara a los recién nacidos en los ríos", explica Calfunao.
Según algunos cálculos, los indígenas se habrían quedado con el 5% de las tierras que originalmente tenían, es decir, 500 mil hectáreas de las 10 millones que poseían. En este caso también podría aplicarse el “criterio” del senador estadounidense McConnell, citado más arriba.
Hoy, además del conflicto por las tierras, hay fenómenos sociales que afectan a ambos grupos: segregación, racismo, discriminación en el empleo y desigualdad, entre otros perjuicios.
Todos estos elementos son factor común en el caso afroamericano en EE.UU. e indígena en Chile. No es plausible argumentar que esto ocurrió hace 150 años. Se debe asumir la responsabilidad de proveer soluciones concretas, para restaurar los errores del pasado.
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