El crimen de Fernanda Maciel me recuerda uno de los tantos casos policiales que me tocó cubrir para el programa "Historia Policial", conducido por Marcelo Araya y que se emitía por las pantallas de Chilevisión en 2003, si la memoria no me falla.
Me refiero al crimen de Andrea Díaz Román, una pequeña de 10 años víctima de un vecino que decidió interceptarla camino a su escuela, abusarla y enterrarla en el patio de su casa. Sus restos aparecieron 12 años después.
Dicho programa intentó recuperar aquellas historias enigmáticas, delitos en las investigaciones no arrojaban culpables, a pesar de los años, y menos justicia; o si la hubo, responder la pregunta de por qué fue tan tardía.
Si bien hay diferencias en las víctimas de ambos crímenes, me parece común el accionar de las policías ante lo que llamamos "intuición de madre", y que tristemente en ambos casos coincidió con el destino de sus hijas y con el cuestionable actuar de las policías.
Pero ¿es suficiente la intuición o la recopilación de pistas o datos por parte de la familia para convencer a los investigadores de que hay más por hacer? Claramente no, para algunos.
Sin embargo, estos dos casos dan cuenta de que pareciera que el perfil socioeconómico parece primar, o realmente "mueve" a fiscales y/o policías para llegar "a tiempo", o al menos permitir un proceso judicial más digno para las víctimas.
Recordemos casos como el "cuento del tío" del que fue víctima un sobrino del diputado Tarud en agosto de 2015, y que movilizó rápidamente a los organismos especializados de Carabineros, bajo la atenta mirada del entonces ministro del Interior, Jorge Burgos. O cuando en febrero de este año los efectivos del Departamento de Encargo y Búsqueda de Personas y Vehículos (SEBV) de Carabineros estuvieron a cargo de un reservado operativo debido al extravío de un hijo -mayor de edad- de José Piñera y en el que se reconoció que autoridades mantuvieron "constantemente informada a la familia" del Presidente, tío del hombre.
Esto por mencionar sólo algunos hechos donde no se cuestiona a "los afectados", como sí parece ser cuando éstos tienen determinado origen, lugar de residencia, color de piel o situación económica.
"No hay crímenes perfectos, sólo malas investigaciones", esgrimió un profesor que tuve en un diplomado sobre Reforma Procesal Penal y Criminalística en la Universidad La República. Una frase a la que -13 años después- le agregaría que esas "malas investigaciones" también son un castigo a la pobreza.
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