Muerte del Presidente Frei: No podemos tapar el sol con un dedo

El reciente fallo de la Corte de Apelaciones de Santiago, que determina que el Presidente Eduardo Frei Montalva no murió víctima de homicidio, sino debido a complicaciones médicas, absolviendo a las seis personas condenadas por el juez Alejandro Madrid en primera instancia, no logra ocultar lo evidente.

Lo digo no sólo desde la desazón que me genera el dictamen, sino porque coincido con lo sustancial de todos los antecedentes que se han presentado sobre las circunstancias en que ocurrió la muerte, los datos objetivos en cuanto la acción de la DINA, que estuvo amparada por todo un aparataje represivo de la dictadura. En ese contexto se tomaron decisiones para perseguir a Frei Montalva, para claramente buscar eliminarlo por el riesgo que implicaba su liderazgo, no nos vengan entonces a decir que su deceso fue una muerte natural.

No se puede negar que el ex Mandatario se convirtió en una voz relevante en el camino hacia recuperar la democracia, amenazando fuertemente los planes del régimen, de seguir perpetuándose en el poder.

Ante esa prueba de la historia, francamente no estaba ni en las peores pesadillas pensar en este fallo después de la cantidad de años y dificultades que tuvo el juez Alejandro Madrid y los tribunales para acercarnos a la verdad.

La muerte del Presidente Eduardo Frei Montalva en la Clínica Santa María fue un magnicidio avalado por el fallo del juez Madrid. Ello fue en base a contundentes pruebas que acreditan la cadena de acciones en que intervino la dictadura y donde distintas instituciones actuaron como cómplices. Juzgar los hechos en la administración de justicia debe estar conjugado con las circunstancias de los mismos. No se trata de una causa común, y como ha explicado el abogado Luciano Fouillioux: En causas de Derechos Humanos la presunción es fundamental.

A mi juicio, la conclusión a la que llega este reciente fallo de la Corte de Apelaciones se justifica en una mirada desarticulada de distintos episodios, sin embargo, lo hechos demostrados en tiempo, espacio y circunstancias dan cuenta de maniobras irrefutables para provocar la muerte del Presidente Frei.

Por ejemplo, cuando se habla de que la intervención fue hecha de manera correcta, ello choca con la prueba de que la cirugía era innecesaria, y que se aplicó como parte de toda una operación para perpetrar este homicidio. Lo mismo que las características de su autopsia. La sentencia conocida habla de que no hay incidencia de algún elemento tóxico en su cuerpo, no obstante, existe la comprobación del daño inmunológico y deterioro irreversible causado en Frei Montalva.

Entonces, desconocer estos antecedentes concadenados nos da cuenta de un fallo que obvia antecedentes de un carácter fidedigno.

Esperamos que la verdad jurídica se haga cargo de la verdad histórica. Este pronunciamiento de la Corte de Apelaciones es un paso más de toda esta larga batalla por hacer justica en tribunales, donde como titular del PDC fui quien se querelló a nombre del partido para ser parte de la exigencia de justicia por el asesinato del Presidente Frei, años atrás. La institucionalidad no puede desconocer o tapar el sol con un dedo ante tal significativo fragmento de nuestra memoria como país.

Se habla de que los fallos son miradas distintas en la aplicación de derecho, pues nos queda insistir con argumentos jurídicos ante la Corte Suprema, que se pronunciará con la total autonomía que ha caracterizado al proceso. Mientras, ese fallo nos restriega en la cara los resabios de esa cruenta e hipócrita dictadura. Y la necesidad de justicia que aún persiste y que se debe seguir exigiendo a los responsables.

Esa que muchos pretenden negar y de la que lamentable no se hacen cargo. Más allá del pronunciamiento del máximo tribunal, en la memoria histórica, el Presidente Frei fue otra víctima del régimen liderado por el general Pinochet y tenemos la confianza que así también los reconocerá el Poder Judicial.

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