En el mes de octubre se inicia la temporada alta de ocurrencia de incendios forestales, por lo que el Presidente Boric lanzó el jueves 28 de septiembre el plan de acción 2023-2024, considerando tres ejes principales: prevención y mitigación, preparación para la respuesta, y comunicaciones. Además, se informó en el mismo lanzamiento que antes de que termine el año se enviará al Congreso un proyecto de ley de incendios forestales y rurales. Es un proyecto esperado desde hace varios años.
Sumado a lo anterior, se publicaron en los últimos días dos noticias muy relevantes sobre el mismo tema. En la primera, el director regional Biobío de Conaf, Rodrigo Jara, señaló en una entrevista que durante la temporada 22/23 en la su región hubo alrededor de 1.900 incendios, de los cuales investigaron el origen o las causas de 450. De los incendios investigados, señaló el director regional, 56,1% tenía un carácter intencional. Este porcentaje es superior al informado durante el verano y coincide con los reportes iniciales hechos por la Corporación Nacional de la Madera (Corma). De hecho, el mismo ministro de Agricultura, Esteban Valenzuela, durante su discurso para la inauguración de la Semana de la Madera, reconoció el ajuste al alza en la cifra de siniestros intencionales y la importancia de abordarlos con medidas específicas. La intencionalidad en la misma región para los megaincendios del año 2017 fue estimada en 49%, lo que reflejaría un fenómeno en aumento.
La segunda noticia relevante es que el Ministerio Público comunicó que los incendios forestales que afectaron a la Región del Biobío el verano pasado se habrían iniciado por responsabilidad de empresas eléctricas. En particular, los siniestros denominados "San José Grande", en la comuna de Nacimiento; y "Santa Ana", que partió en Santa Juana y llegó a Nacimiento, cobrando 17 vidas; además del incendio que destruyó la caleta de Punta Lavapié, en Arauco, se iniciaron por "accidentes eléctricos provocados por líneas de alta tensión que no tienen la mantención adecuada de la vegetación creciendo adyacente o bajos ellas".
Las dos noticias abordan uno de los aspectos muchas veces omitido en el fenómeno de los incendios forestales: la ocurrencia u origen del fuego. Repetidamente se ha señalado que casi todos los incendios tienen causa humana, pero, a pesar de ello, se termina cada temporada concentrando el debate en la vegetación afectada, asignándole la responsabilidad de la propagación del fuego a un tipo particular de cobertura vegetal como son las plantaciones forestales y proponiendo cambios drásticos en la conformación de dicha cobertura. La ocurrencia, en cambio, siempre es perseguida ex post, no logrando en la mayoría de los casos determinar responsabilidades directas o penas privativas de libertad a los culpables.
Cualquier estrategia que busque resultados debe intentar anticipar la ocurrencia, ya sea si se trata de ocurrencia intencional en zonas de conflicto territorial o negligente vía deficiencias en la mantención de líneas de transmisión eléctrica, o por el actuar irresponsable de terceros. Lamentablemente, la prevención de la ocurrencia no está adecuadamente abordada en los planes y programas diseñados por la autoridad, lo que se refleja en que el número de incendios que se producen al año se ha mantenido estable en torno a los 6.000 siniestros por muchos años.
La estrategia dominante es concentrar la mayor parte del presupuesto y de la atención al combate, asumiendo que debido al cambio climático el fuego se producirá de manera inevitable. Pero en el caso al menos de la Región del Biobío, hay 56% de incendios que eran evitables dado su origen intencional y otro porcentaje también evitable con una adecuada fiscalización a las empresas eléctricas, a las faenas agrícolas de quema de residuos en períodos no autorizados y a otras actividades riesgosas. Dado lo anterior cabe preguntarse ¿cuál es la actualización del programa de prevención que se está presentando? ¿Considera de manera prioritaria acciones preventivas para la ocurrencia intencional? ¿Cuáles son? Se habla de patrullaje climático, es decir, incrementar la presencia policial en zonas con historial de incendios intencionales cuando se den condiciones propicias para los incendios, como son las olas de calor. Esta medida sería un gran avance de concretarse y siempre y cuando no sea "acotada".
Esta temporada alta que comienza debemos estar atentos a la implementación de las medidas preventivas de la ocurrencia y evaluar el impacto que tendrán sobre el número de incendios, especialmente en zonas con un historial de fuegos intencionales. Tal vez si obtenemos una reducción significativa del número de siniestros, dejaremos de culpar a los árboles por quemarse y empezaremos a responsabilizar y perseguir penalmente a los verdaderos autores de estos desastres ambientales, económicos y sociales.
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