Algo que ha dejado claro Greta Thunberg es que se puede llegar a ser una líder mundial en base a un discurso simple pero agudo, acciones individuales pero convocantes y a la correcta canalización de las demandas de una generación que mira con urgencia el fenómeno del cambio climático.
A sus 16 años y lejos de las estrategias tradicionales y los juegos de poder, esta joven sueca se ha convertido en una rockstar del medioambiente gracias a un movimiento mundial que comenzó cuando dejó de asistir a clases los viernes, para ir a manifestarse frente a su parlamento por el incierto futuro del planeta.
Así, la joven activista ha destacado por frases duras, sin eufemismos y muy acertadas, siempre dirigidas a las élites, incluso al frente de sus caras y en espacios tan simbólicos como el Parlamento Europeo o Cumbres climáticas. Entre ellas destaco esta:
“Estamos pidiendo a los adultos que caminen junto a nosotros. Hoy, muchos de nuestros padres están discutiendo si nuestras notas son buenas o malas, o sobre una nueva dieta o el final de Game of Thrones, mientras el planeta se quema“.
Su retórica que deja de lado lo políticamente correcto y recurre a lo humanamente necesario, es al mismo tiempo un llamado de alerta a todas las esferas de influencia. Desde las máximas cúpulas de poder hasta los ciudadanos a pie: la voz de los jóvenes es pertinente y no solo debe ser escuchada, también tiene que llevarnos a la acción.
Para algunos podrá parecer una pataleta adolescente, para otros podrá sonar amenazante, y quizás tiene un poco de ambas, pero el impacto mundial de sus acciones cotidianas nos interpela como adultos para ceder espacios de influencia a una generación que tiene una visión más sostenible, equitativa y sobre todo urgente. Recordemos que el 2030 no es una fecha lejana, sino que probablemente sea el año en que jóvenes como Greta entren al mundo laboral, justo en medio de una sociedad que atraviesa su mayor crisis medioambiental.
Ahora es nuestro turno de escuchar, aprender y actuar. De hecho, Greta nos da nuevamente una importante lección de compromiso con el medioambiente al decidir asistir a la COP25 en Chile, pero en barco, prefiriendo un medio de transporte más sustentable que el avión. Esta acción nuevamente nos enrostra el compromiso de una generación por hacer cambios reales y por adoptar medidas concretas para reducir nuestro impacto en el planeta.
Desde el Instituto Nacional de la Juventud no podemos dejar de celebrar que la voz del cuidado del planeta provenga de una joven de 16, quien además vendrá a nuestro país a darnos cátedra de cómo deberíamos actuar. Se trata del protagonismo juvenil en su máxima expresión.
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