COP25 y la paradoja forestal

La próxima COP25 ya se está planteando como una oportunidad para revisar el estado actual de nuestra política ambiental en materia de cambio climático y dar un mayor impulso a las distintas acciones que el país desarrolla en esta materia.

En el ámbito forestal, el anuncio permita visibilizar una de las paradojas de nuestro sector.

Hace algunos días la ministra de Medio Ambiente presentó en Polonia el Tercer Informe Bienal de Actualización sobre cambio climático, siendo el primer país en vías de desarrollo en presentarlo ante la Convención de Cambio Climático. En dicho informe se consigna que el sector forestal al año 2016 fue el responsable de la captura del 58% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero a nivel nacional.

Sí, leyó bien, 58%. En cifras esto significa que como país redujimos nuestras emisiones totales desde 111.677 kt CO2eq anuales a 46.185 ktCO2eq. La cifra es significativa y corresponde al único sector de la economía que presenta capturas y por lo tanto no emite. Esto se debe tanto al impacto de las plantaciones forestales así como de los renovales de bosque nativo.

Pese a esta evidencia objetiva, en la actualidad el país no cuenta con un instrumento de fomento forestal que permita consolidar y aumentar estas importantes capturas.

En efecto, el fomento forestal en Chile expiró el año 2012 y desde esa fecha no se ha renovado. Esto ha significado la caída dramática de la forestación en Chile, llegando a la magra cifra de 1.500 hectáreas totales el año 2017. Si a esta caída en la forestación sumamos la pérdida de superficie forestal debido a los incendios de hace dos años, el aporte en la captura de emisiones del sector forestal tenderá a reducirse en el corto plazo, empeorando nuestras cifras globales de emisiones.

La forestación es reconocida en todo el mundo como una valiosa estrategia de captura de emisiones y por lo tanto de mitigación. También aporta a la adaptación, ya que al establecer una cobertura vegetal sobre suelos desnudos impacta positivamente en la regulación del régimen hídrico de las cuencas.

Sin embargo, no ha existido prioridad en los distintos gobiernos por retomar el impulso forestador que ha hecho del sector forestal un actor clave en la reducción de emisiones a nivel nacional. 

El año 2015 Chile se comprometió en el marco del Acuerdo de París a manejar y recuperar 100.000 hectáreas de bosques y forestar 100.000 hectáreas de plantaciones, compromisos que en conjunto generarían capturas de 1.500.000 toneladas de CO2eq anuales a partir del año 2030.

Con las actuales limitaciones de la Ley de Bosque Nativo, que se expresan en una superficie manejada muy por debajo de las expectativas y la inexistencia de un instrumento de fomento forestal, es imposible que estos compromisos se cumplan. 

De esta manera se hace patente la paradoja: el sector que más aportes realiza a la captura de emisiones en Chile y por lo tanto a la mitigación del cambio climático, es postergado sistemáticamente en las políticas públicas desarrolladas para enfrentar el calentamiento global. 

La realización de la COP25 en Chile constituirá un escenario privilegiado para que todos quienes abogamos por darle al sector forestal la importancia que se merece en cualquier estrategia para enfrentar el cambio climático, visibilicemos esta paradoja. 

No podemos afirmar que estamos preocupados del mayor desafío ambiental que enfrenta la humanidad si no demostramos una genuina preocupación por aumentar las tasas de forestación que actualmente presenta nuestro país.

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