El músico argentino Alberto Cortez escribió -en una de sus canciones más conocidas- que "cuando un amigo se va queda un espacio vacío, que no lo puede llenar la llegada de otro amigo". Hace unas semanas, Lola, una perrita que me acompañó durante más de 12 años, se fue. Ese espacio vacío no solo es real, sino que inmenso y oscuro. Decidí publicarlo en mis redes sociales para que quienes compartieron con ella supieran que ya no estaba. Mi sorpresa fue tal, que me vi obligado a contar mi experiencia en esta columna.
Una vez publicada la noticia, la cantidad de mensajes fue enorme, pero lo que más me impresionó fue el contenido. El nivel de empatía fue tremendo. No recibí ningún mensaje "por cumplir", del estilo "lo siento, todo pasa por algo, pronto estarás mejor". Los mensajes contaban historias sobre pérdidas de mascotas y experiencias de quienes estaban transitando el camino de la despedida.
Volvemos al punto que muchas veces hemos tratado en estas columnas, "el nuevo rol de las mascotas en la familia", pero desde otro prisma, el duelo por su partida. Sumemos una arista más que complejiza este tema, la posibilidad, como en mi caso, de que la decisión del momento exacto en que nos dejan no ocurra de manera natural, sino que sea por medio de la eutanasia.
¿Cuándo se toma esta decisión? ¿Con qué herramientas contamos para decidirlo? ¿Cómo es el proceso? ¿Ellos sienten algo? Luego, ¿qué hago con ellos? y, finalmente, ¿qué hago sin ellos? Probablemente existan muchas preguntas más que hagan explotar la mente de cualquier persona que ve próximo el momento de tomar esta difícil decisión y, sin duda, cuando esto ocurra surgirán más preguntas.
Ante la falta de conocimiento, el tema parece aún muy difícil de tratar. Me gustaría contarles que esa decisión se puede tomar con base en argumentos muy sólidos que nos dejen con la tranquilidad de que, pese al dolor, hemos tomado la decisión correcta. Además, ese momento puede ser una hermosa experiencia, tanto para nuestra mascota como para la familia. Sin embargo, para que eso ocurra se requiere una planificación muy detallada. Por último, hoy existen alternativas variadas para dar a nuestras mascotas finales dignos, por ejemplo, la cremación.
Para que este momento sea un poco más llevadero, les invito a buscar información sobre estos temas. Aunque resulte doloroso, es real. Ellos viven menos que nosotros y si a usted no le ha pasado, pero comparte su vida con una mascota, es muy probable que tenga que pasar por esta difícil experiencia. No puedo asegurar que prepararse para enfrentarlo aminorará el dolor, pero sí es probable que sienta la certeza de que lo que acaba de ocurrir era lo mejor para ellos. Este puede ser nuestro último gran gesto de amor.
Termino con una reflexión personal, si sufrir como estoy sufriendo ahora es el precio que debo pagar por haberla conocido, lo volvería a pagar una y mil veces. Hasta siempre Lolita.
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