De la inundación a la escasez hídrica, dos caras del cambio climático

Eve Crowley

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"La crisis hídrica es una emergencia nacional", expresó el Presidente Gabriel Boric en su Cuenta Pública, exponiendo los efectos de una megasequía extendida por más de 13 años, que ha tenido como consecuencia una menor disponibilidad de agua en los territorios del país, poniendo en riesgo el consumo humano, los ecosistemas y las actividades productivas ligadas a este recurso. Ponemos de manifiesto esta realidad en el marco de la reciente conmemoración del Día Mundial de la Lucha contra Desertificación y la Sequía (17 de junio), siendo necesario concientizar sobre esta lucha como prioridad nacional y global.

Parece paradójico hablar de sequía después de los recientes sistemas frontales, que han provocado episodios de precipitaciones extremas y, en ciertos lugares, terribles inundaciones. Así, los efectos adversos del cambio climático representan importantes amenazas, relacionadas a una mayor ocurrencia e intensidad de eventos extremos tales como inundaciones y aluviones y situaciones prolongadas de sequía. Esto sin duda representa un riesgo para la población, con impactos negativos como los que hemos visto estos días en vivienda, infraestructura y servicios esenciales.

En ese contexto, y con miras a tomar decisiones concretas que nos permitan avanzar, entre otros, en la lucha contra la desertificación y la sequía, actualmente se está desarrollando la Consulta Ciudadana del Anteproyecto del primer Plan de Adaptación al Cambio Climático para el sector de los Recursos Hídricos. Este instrumento de política pública, liderado por la Dirección General de Aguas (DGA) del MOP, con el apoyo de la FAO y el financiamiento del Fondo Verde del Clima, contempla medidas y acciones para avanzar en seguridad hídrica para el país, en pilares fundamentales como el consumo humano, la preservación ecosistémica y el desarrollo de actividades productivas.

Este plan se construye sobre un diagnóstico que evidencia una serie de vulnerabilidades del país en relación con el recurso hídrico. Se muestra un aumento sostenido de las temperaturas a nivel nacional, así como una disminución histórica y generalizada de las precipitaciones y escorrentía, además del incremento en la ocurrencia de eventos extremos.

Sobre proyecciones climáticas, el documento advierte un aumento de las temperaturas futuras, de entre 0,5°C a 3°C, superando hasta los 5°C en algunas regiones, y una baja de 5% en las precipitaciones en casi todo el territorio nacional, disminuyendo los caudales los ríos. Debido a esta disminución de la oferta de agua, se prevén pérdidas de superficie de humedales, descenso sostenido de las reservas subterráneas, con riesgo de sobreexplotación e impacto en la sustentabilidad de los acuíferos, y una reducción del área glaciar en todo el país de más de 35%.

Además del consumo humano y los ecosistemas, los sectores productivos no son ajenos a la crisis hídrica. En este sentido, según se recoge en el plan, la agricultura de riego en Chile es el sector productivo que posee las mayores extracciones de recursos hídricos, estimando un consumo entre 73% y 82% del total; la falta de agua para los cultivos pone de manifiesto el riesgo existente para la producción agrícola y capacidad exportadora del país. Además del agua, los suelos fértiles para la agricultura pueden verse afectados por la pérdida de superficie cultivada, conllevando su abandono y eventual degradación.

Este año, bajo el lema "Unidos por la tierra: Nuestro legado y nuestro futuro", enfatizamos la relevancia del nexo entre agua y tierra como sistema vital para el sostén de las sociedades. Desde la FAO, alentamos a todos los sectores a seguir trabajando para enfrentar en conjunto los desafíos que nos permitan avanzar hacia la adaptación al cambio climático y la gestión sostenible de los recursos hídricos, velando por el cuidado de este recurso como elemento vital para el bienestar humano y la seguridad alimentaria nacional.