De acuerdo con la encuesta Cadem (2022), 8 de cada 10 chilenos conviven con mascotas. Los escenarios más comunes en la temporada de verano se dividen entre quienes toman vacaciones desde el hogar o salen de viaje con sus animales y quienes salen de viaje y dejan a sus compañeros con familiares o en hoteles.
Estos nuevos procesos de apego y desapego implican que las mascotas no enfrenten -en algunos casos- de la mejor manera estos cambios, sobre todo en marzo o al término de las vacaciones, cuando los trabajadores vuelven a sus labores de oficina y los niños retornan al colegio. Aun así, mientras existan los factores adecuados, es posible llevar a cabo un proceso de desapego sano.
Si bien, tanto perros como gatos presentan estrés en esta fase, ya que para ambas especies las rutinas son fundamentales para asegurar su bienestar, expresan su desadaptación en diferentes contextos. Desafío que también se replica en los seres humanos, quienes estando mentalmente sanos deberían ser capaces de adaptarse a los cambios en las rutinas sin afectar su salud emocional o psíquica.
En el caso de los perros, estos van construyendo su bienestar con base en los vínculos que van formando con los integrantes humanos de su familia. Mientras más tiempo se le dedique a la mascota, mejor y más sano para el can. Por lo tanto, un perro bien vinculado con su familia aumentará su sensación de felicidad en las vacaciones, al incrementar el número de interacciones. Mientras que, al finalizar el receso, los perros están obligados a ser resilientes, a manejar su frustración, hasta que nuevamente se acostumbran a su nueva rutina.
Los gatos, por su parte, sustentan su bienestar en el control que mantienen de su ambiente. Los tutores de estos felinos darán fe de que un mueble nuevo, un movimiento del mobiliario, llegada de un nuevo miembro a la familia o, incluso, la introducción de plantas, requerirá de un período de exploración y validación antes de que el gato se vuelva a sentir seguro.
Entonces, ¿qué podemos hacer para prevenir que estos períodos de cambio afecten la salud mental o emocional de nuestras mascotas? Antes de todo, es trascendental mantener una vinculación sana con la mascota, basada en factores como la confianza, obediencia, respeto mutuo, cariño y empatía. Contrario a lo que sería la dependencia emocional, que suele ser común en los cachorros, pero no así en los adultos.
Otro consejo es establecer costumbres o hábitos estrictos con las mascotas, incluyendo tiempo de calidad de manera regular con ellos, es decir, sin interrupciones de celulares, películas, niños u otras mascotas, estando o no de vacaciones. Por último, desde el primer año de vida, es recomendable que la mascota permanezca sola en algunos segmentos del día, aun cuando no sea estrictamente necesario. Esto permitirá, tal y como debiese ocurrir en las personas, que los animales domésticos sean capaces de disfrutar sus momentos con ellos mismos y no generar una dependencia de otros para ser feliz.
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