"Hay un gato ahí, acaba de saltar al agua... qué triste". Este fue parte del relato de un afamado conductor de matinal en el canal nacional, el pasado viernes 23 de junio, en plena crisis ambiental producto de las fuertes lluvias que azotaron el centro y sur del país. El gato referido saltó al agua desde la techumbre de una casa que estaba próxima a ceder por la fuerza del río Cachapoal. Existen registros de que ese gato se salvó, pero en este caso se vio representada una cantidad enorme de animales que también se vieron afectados con este temporal, y mucho.
Sumergiéndonos en el universo de la especulación, podemos suponer que ese gato formaba parte de la familia que habitaba esa casa y que, como muchas familias durante esta tragedia, perdieron todo.
Los daños físicos, materiales y mentales que sufre una persona en estas circunstancias son de conocimiento público. Aún si a usted nunca le ha pasado algo así, puede empatizar con este hecho y compartir el pesar y la frustración de esas familias. Sin embargo, cuando nos preocupamos y sufrimos por las mascotas cuesta un poco empatizar. Si bien estamos seguros de que lo pasan mal, no logramos comprender cuán conscientes son de lo que está ocurriendo y cómo impacta emocionalmente a cada uno de ellos. Con sumo cuidado, y una cuota de subjetividad de mi parte, intentaré describir los que, según mi experiencia, pueden ser puntos clave para comprender lo que les está ocurriendo a esos animales desde lo conductual.
En primer lugar, debemos entender que ese animal acaba de sufrir un trauma. Así de claro, con todas sus letras. El gato del relato experimentó una experiencia de gran intensidad, que genera miedo, se escapa de su control y puede dejar una herida duradera en el tiempo. Los traumas en los animales son difíciles de tratar, sin embargo, si logramos identificar un evento que pudo haber dejado semejante huella, especialistas en comportamiento animal (etólogos clínicos) pueden desarrollar terapias que ayuden a sobrellevar esas heridas emocionales.
En segundo lugar, esa familia ha cambiado, y junto a los cambios físicos que experimentaron, también generaron cambios psicológicos y emocionales. Si lo observamos desde un punto de vista sistémico, va a afectar sí o sí a cada integrante del clan, incluidas las mascotas.
En tercer lugar, cambios estructurales, por ejemplo, los cambios de domicilio alteran las rutinas de nuestras mascotas, y es esa rutina la que sustenta el bienestar mental de ellas, además de normas coherentes y una socialización temprana adecuada. Por lo tanto, es muy probable que, si esa familia no consigue rápidamente reconstruirse, la mascota pueda generar trastornos de ansiedad, asociados a volver a entender las reglas de convivencia y recuperar el control de su vida.
Por último, muchas mascotas son abandonadas, probablemente por que las prioridades de las personas que vivían con ellas han cambiado, y en dicho cambio no están incluidas.
Si bien no está en nuestras manos dar solución a cada una de estas aristas en cada animal que está sufriendo hoy en nuestro país, espero que estas claves sirvan como guía para canalizar el inmenso amor que miles de personas sienten por los animales y están dispuestas a postergarse por el bien de ellos. A todos y todas ustedes, muchas gracias.
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