La ONU dio a conocer el Informe de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2019, en donde detalla los avances de la Agenda 2030. Entre ellos está el ODS 7, “Energía asequible y no contaminante”, y poco y nada se ha aterrizado este tema a nuestro país ¿Qué estamos esperando? La coyuntura de la COP25 ha puesto en tabla el tema medioambiental, pero esto no puede ser una moda pasajera!
El mundo empresarial ha comenzado a levantar la voz señalando preocupación por los efectos mediáticos que está trayendo la cumbre climática, en donde algunos integrantes de la SOFOFA han menospreciado el compromiso de disminución de emisiones por parte de Chile.
Deben entender que las señales políticas de países pequeños son sumamente relevantes para que aquellos que más contaminan tomen las mismas medidas. El llamado a los líderes mundiales es claro.
Los empresarios deben entender que la adaptación a las nuevas formas de producir es ahora y no en los próximos años, la industria mundial y los consumidores han cambiado, la rigidez solo traerá consecuencias negativas para todos en el mediano plazo.
Uno de los grandes ejemplos de adaptación comercial es la industria automotriz en Noruega, que por lo demás tiene beneficios económicos.
La noticia de eliminar el carbón de la matriz energética chilena al 2040 es importante, pero a largo plazo. Es valorable que ya se están presentando planes de reconversión de termoeléctricas a carbón a ERNC, pero requiere de cambios y adaptaciones más rápidas para el Estado y la industria, el tiempo de actuar es ahora.
El crecimiento de la población ha traído consigo un aumento en la demanda por electricidad, que conlleva el desafío de ¿cómo generaremos más y mejor energía?
Tenemos la oportunidad de aprovechar nuestro vasto territorio para la generación de energía limpia.
El desierto de Atacama tiene más de 105.000 km2 de superficie, con la mayor radiación del mundo con cerca de 4.000 horas de sol al año, convirtiéndolo en un lugar ideal para generar energía fotovoltaica a gran escala.
Por lo demás los nuevos proyectos de ERNC representan una gran oportunidad medioambiental y también en inversión y desarrollo, obteniendo oportunidades laborales y perfeccionamiento técnico.
En Chile aún existen localidades rurales que no tienen acceso a electricidad segura y constante, por lo que los Gobiernos deben enfatizar en lograr cobertura total, propiciando la utilización de ERNC.
Se debe destacar que nuestro marco regulatorio ha impulsado el desarrollo de Pequeños Medios de Generación Distribuida (PMGD), es una política que se debe mantener y profundizar.
Por otra parte, las autoridades plantean que al 2040 podríamos alcanzar un 100% de generación proveniente de ERNC. Excelente noticia, pero lo importante es que todos esos proyectos se lleven adelante y no sean solo declaraciones de buena voluntad, ya que tenemos el potencial, la estabilidad política, económica y social para emprender estos desafíos.
La eficiencia energética contribuye en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y requiere un esfuerzo del mundo público-privado.
Debemos exigir un compromiso por parte de todos los involucrados, que permita elevar las aspiraciones en esta materia. La acción sobre el cambio climático puede generar crecimiento económico inclusivo a corto y largo plazo y para esto, debe haber un trabajo conjunto entre gobiernos, bancos multilaterales de desarrollo e inversionistas que permita aumentar la inversión en infraestructura sostenible.
La COP25 es un momento importante para discutir estos temas, pero de poco servirá si empresarios y Gobierno no impulsan proyectos rápidamente.
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