Más allá de la avalancha digital, la ética, responsabilidad periodística

Han pasado 31 años desde que los ciudadanos de este país decidieron liberarse de una dictadura oprobiosa, donde el terrorismo de Estado fue la tónica en la gestión del gobierno civil-militar encabezado por el General Augusto Pinochet.

Éramos 12 millones y medio de almas y 7,5 millones de ciudadano/as teníamos derecho voto, esta vez con registros electorales y centenares de corresponsales extranjeros siguiendo minuto a minuto un proceso que podría marcar le fin de la noche negra. 

En 17 años el gobierno de facto fue condenado por Naciones Unidas por violaciones a los DDHH, 3.000 detenidos desaparecidos, 40 mil torturados, miles de exiliados. Casi la mitad del país vivía en la pobreza (40%). Los servicios de salud era muy precarios y la educación vivía una crisis profunda. 

La censura, y la autocensura en los medios, obligaba a manejarse con cautela, pero igual se rompieron ciertos diques impuestos por el régimen, que buscaba perpetuarse en poder, ya que la Junta Militar presentó un solo candidato a la consideración ciudadana: el Gral. Augusto José Ramón Pinochet Ugarte. El jefe del ejército  quería seguir por 8 años más en el poder, pero la ciudadanía le dijo NO.

La Radio Cooperativa junto a radios Chilena y Santiago había desplegados todos sus esfuerzos por incentivar y orientar a los votantes para vigilar la transparencia del proceso.

Lo mismo hacía los diarios La Época y Fortín Mapocho (titular del 6 de octubre de 1988: “Corrió solo y llegó segundo”). Las revistas APSI, Cauce, Análisis y HOY, jugaron un rol muy importante en la recuperación de la democracia. 

El tiempo transcurrido desde esa fecha histórica para la democracia ha estado marcado por la revolución mediática. Para el plebiscito del 88, no existían los celulares, Internet no había llegado a Chile, ni la oferta de centenares de canales de televisión por cable y satélite  como conocemos hoy día. 

Paradójicamente, los diarios La Época y Fortín Mapocho y las revistas fueron desapareciendo en democracia, por falta de apoyo de aquellos que se había instalado en el poder, usando a esos medios como soporte. Paradojas del destino. 

La construcción mediática ha ido perdiendo el sentido de servicio  en los medios tradicionales donde el periodista cumpla una función social, en que interprete la realidad que oriente a las audiencias, omitiendo opiniones personales, que deberían expresarse en columnas y notas editoriales. 

En el caso de Radio Cooperativa, se pudo ir más allá en el contacto con las audiencias a través del www.cooperativa.cl  con una proyección universal para el sonido en línea, fotografías, videos, blogs e interacción a través de las redes sociales.

Lo propio ocurrió con otros medios que también se subieron a Internet.

En cuanto a una oferta basada en la investigación periodística,CiperChile marcó la pauta y dio pábulo a la aparición de otros medios exclusivamente en digital.

La reciente aparición del portal   La mirada semanal es una nueva contribución periodística en la perspectiva del análisis y la interpretación de los hechos, sin excluir la opinión.

La diversidad mediática creó un nuevo escenario para una democracia que todavía, después de 3 décadas, no alcanza la plenitud, como reclama una parte importante de la sociedad.

Hoy día estamos en medio de una tormenta en que el público es bombardeado con millones de informaciones donde unas cuantas de ellas resultan ser falsas (fake news), o fuentes responsables que mienten descaradamente. (Léase Donald Trump o Jair Bolsonaro).

Sin duda que el impacto de la Inteligencia Artificial y la Robótica es innegable y el periodismo no es ajeno al fenómeno.

Según la brasileña Idoia Salazar, Doctora en Periodismo, el desarrollo  de estas tecnologías en los medios de comunicación nos muestras ventajas y desventajas desde la perspectiva profesional y ética. El resultado permite vislumbrar una nueva forma de hacer periodismo, basada en la colaboración directa hombre-máquina, en la que el periodista deberá redefinirse para ajustarse a la nueva situación.

En un escenario donde todo el mundo tiene acceso a Internet, no solo para informarse, también para “informar” muchas veces hechos que no son veraces.

Por otra parte ya hay máquinas que producen contenidos previamente programados y los distribuyen a sus audiencias en contados segundos.

En el pasado los diarios trataron de ahogar a la radio porque la veían como un peligroso competidor, la radio sintió a la TV como una amenaza y algunos presagiaron el fin de la radiodifusión.

Internet es una plataforma que los contiene a todos y más. Son cambios profundos, pero el sentido ético siempre será responsabilidad esencial para el periodista.

Lejos están los días en que la vida de un periodista con mirada crítica, estaba en peligro.

Los desafíos de hoy, están marcados por la precarización del trabajo de los reporteros con jornadas extenuantes y la determinación de los que tienen el poder mediático, que por una parte se identifican y responden a intereses sectoriales o bien “farandulizan”, la realidad para atomizar a la opinión pública.

Que duda cabe, el presente es vertiginoso y trepidante.

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