El día 25 de octubre, cuando en todo Chile se alzaban las voces por un término de la desigualdad y el abuso, llegaban los mensajes desde otros lugares expresando la admiración por el pueblo chileno.
Sí, el pueblo llevó a movilizar la esperanza, no solo nacional sino que internacional. Después de semanas en que las emociones estuvieron revueltas, rabia por la injusticia, miedo por la incertidumbre, tristeza por las pérdidas.
Todas esas emociones en ese momento estaban transformadas por la alegría de encontrarse en la calle, alegría de saber que no estamos solos. Alegría de pensar que somos una comunidad. Esa alegría venía cargada de esperanza.
El educador brasileño, Paulo Freire, dice, “la esperanza es una necesidad ontológica”. Es decir, tiene relación con el ser. No podemos ser sin esperanza.
Parte importante de la construcción como ser humano/a se encuentra imbricada con lo que nos da esperanza. Y me refiero a tener esperanza, no a esperar.
El dicho popular señala, “la esperanza es lo último que se pierde”. Claro, tener esperanza, dar esperanza. Pienso de nuevo, y me pregunto, ¿por qué usamos la esperanza como un sustantivo?
Cuando la esperanza la usamos como sustantivo está a merced del verbo, de la acción. La esperanza como sustantivo es moldeable.
El 26 de octubre, un día después de la más grande manifestación del pueblo en nuestro país encuentro en la página de la RAE el verbo esperanzar. ¡Sí! está ahí, ese verbo ha estado en ese lugar quizás cuánto tiempo y no me había dado cuenta.
Busco la forma de conjugar el verbo esperanzar. Me esperanzo.
¿Por qué pensé que la esperanza era sustantivo y no verbo?Por qué decía tener esperanza, dar esperanza o a lo más, una forma no personal como, esperanzado.
Claro, la esperanza es importante como sustantivo. Es posible de utilizar. Lo que me asombra es esa capacidad de ser acción. Aprendo las posibilidades de la esperanza, en especial, verla como verbo.
Pensar la esperanza como verbo tiene una implicación de vínculo con la otra persona. Yo esperanzo. Tú esperanzas. Ahora la esperanza se transforma en una acción, en una forma de buscar el vínculo y una manera de generar ese cambio. Esperanzarnos juntos es el primer paso para avanzar a ese nuevo Chile que queremos. Nosotros esperanzamos. Chile esperanza a otras naciones.
Pocas veces conjugamos el verbo esperanzar. Más bien hablamos de esperar, como si tuviéramos que sentarnos a ver lo que sucede, como si tuviésemos que mirar lo que le pasa a la persona de al lado. Como si la vida me dejara estancado, esperando. Espera.
Cuando usamos la esperanza como sustantivo, la ubicamos como algo que necesita una acción extra para moverse. Ahora, invito a que aprendamos a usar el verbo esperanzar. El 25 de octubre nos recordará para toda la vida la existencia del verbo esperanzar. Aquí está el link, https://dle.rae.es/?id=GYnPei4
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