Camuflarse para intentar ganar

Ante crecientes dificultades, la candidatura presidencial de la derecha oficialista se camufla nerviosa en el claroscuro de la lucha política para ocultar su auténtica naturaleza regresiva y conservadora. Debe engañar para intentar ganar.

El candidato Sebastian Sichel es lo que deja Piñera, una adquisición reciente a falta de realizaciones de largo plazo, debido a un gobierno atrapado por su desenfrenado personalismo y la ineptitud de su gabinete, Piñera debió conformarse con prohijar al abanderado de la derecha para darse el gusto de doblegar antiguos rivales.

En efecto, el viejo encono piñerista por la competencia de liderazgo que en diversas ocasiones le opuso Joaquin Lavin y su ofuscación por el criterio propio que tuvo Mario Desbordes como presidente de RN le hicieron volcar el aparato gubernamental a favor de su favorito, Sebastian Sichel. Un invento a la rápida, con la marca del converso y el complejo inevitable del arribista que pasa de progresista de centroizquierda a duro vocero del autoritarismo de mercado en forma fulminante, y por lo mismo, sin peso ni criterio para aplacar los agudos conflictos de intereses en la derecha chilena.

El recién llegado líder del bloque en el poder, votante activo de la Nueva Mayoría hasta diciembre de 2013, por ello visto como un riesgoso advenedizo por la derecha tradicional o un ave de paso para los críticos de su incesante trasvasije político, ha debido arriesgarse comunicacional a mostrar autoridad sobre las candidaturas y miembros del parlamento de la derecha.

El golpe de efecto consistió en un ultimátum a las bancadas de la derecha, en especial de RN, para rechazar el 4° retiro de fondos de las AFP. El que no me obedece no tiene apoyo, si carezco de autoridad debo hacer creer que la tengo, fue muy probablemente su idea o la de algún cercano que le sugirió ese "hito político". Así también, cosa muy importante, tiene que haber tratado de dar una prueba de fuerza y buena conducta a los poderes fácticos económicos en la derecha chilena.

Pero sus contradictores son un hueso duro de roer y su sonoro golpe de autoridad fue desestimado en diferentes tonos por los partidarios en la derecha del 4° retiro. Hubo respuestas dignas ante la amenaza que les profirió el abanderado impuesto por Piñera, incluso hubo quienes candidaturas que formalizaron lo que ya se sabía: el apoyo a Kast. Así, fue evidente la debilidad de Sichel y no su fortaleza social y política.

Su problema es el oportunismo. Su programa-país es acomodarse al día a día. El candidato oficial de la derecha carece de la fibra necesaria para resistir la competencia que le plantea el sector ultraconservador y tampoco tiene ideas consistentes para crecer en el centro como aseguró para ganar la primaria de la derecha oficialista.

En realidad no le preocupan las ideas, su propuesta es un "spot" adaptable a las circunstancias. Su real fuente de energías es lo que el aparato de gobierno pueda trasferirle. De allí se nutre, como se demostró, una vez más, al incorporar como vocera de su comando a una subsecretaria de la administración piñerista.

La paradoja que vive Sichel está en que con el porcentaje de Piñera no pasa a segunda vuelta, pero como de ese apoyo depende, debe ser incondicional del gobernante y reprimir su ansiosa sed de poder ya que es una cáscara sin pulpa, cuyo interior está vacío. Es una opción sin representación propia porque carece de raíces en la compleja situación actual y en el país no resolverá nada, que se puede esperar de un actor político sin respaldo real, salvo el agravamiento de la crisis?

Resulta llamativo que el grupo oligárquico de apellidos plutocráticos que está detrás de Sichel, con mayusculas ínfulas intelectuales, que se permite pedantes recomendaciones sobre lo humano y lo divino, haya levantado un candidato desprovisto de impronta o relieve ideológico o cultural. Usan y apoyan una ilimitada ambición individual y nada más.

La derecha, desde la dictadura, se acomodó a la plata fácil. Así ha vivido y se ha hinchado de privilegios y dinero, además, ganó las elecciones presidenciales y tiene el poder. Negocio redondo. Los escándalos en los municipios de Viña del Mar, Vitacura, Las Condes y Nuñoa confirman esa voracidad. Obtener sin esfuerzo ilimitados beneficios.

Ahora creen que pueden hacer el negocio del siglo con la sorpresiva presencia de esta candidatura que no tiene pasado dictatorial como Lavin ni es una figura con criterio independiente como Desbordes. Se trata de una apuesta aventurera a la que no importa el personalismo desaforado del nuevo abanderado ni el futuro de la gobernabilidad democrática.

El pensador italiano Norberto Bobbio alertó convincentemente sobre los "sociopatas" que persiguen el poder. Lo habitual en ellos es el uso desmedido de la autoridad que consiguen en beneficio propio. Esto no inquieta en la derecha, están acostumbrados a saquear el Estado, mientras sirva a sus planes todo vale.

Como la ausencia de ideas del candidato salta a la vista, la operación mediática de la derecha es producir la imagen de una solidez y un respaldo inexistente. Engañar para ganar, de eso se trata. Es una trampa comunicacional similar a la del constituyente que convenció a Chile que sufría un cancer que no tenía.

El candidato vende la idea que es un corredor keniata que cubrirá sin apuros los 42 kilómetros de la maratón cuando, en realidad, no tiene musculatura propia ni para llegar a la esquina, depende de la energía que le brinde Piñera, por eso su incondicional sometimiento a La Moneda. Su desempeño es como un eco del gobernante. Así, no llegara lejos.

Desde Facebook:

Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado