Coescrita con Pablo Ortiz, investigador asociado CDC
El reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sobre Chile nos presenta un retrato desafiante de nuestra sociedad. Un país que, a pesar de los avances logrados, se encuentra sumergido en una crisis de representación y gobernabilidad. Como lo indica el PNUD, la pregunta que surge es ¿cómo conciliar los anhelos de cambio de la ciudadanía con la necesidad de estabilidad política y económica?
El diagnóstico que nos ofrece el PNUD da cuenta de un país en pausa, que refleja la evolución y los desafíos del Chile post dictadura. El último informe, con su título provocativo "¿Por qué nos cuesta cambiar?", pone el dedo en la llaga de una sociedad que percibe una creciente desconexión entre sus demandas y las respuestas que generan las instituciones. El resultado es una percepción de parálisis y estancamiento político, social y económico.
La Encuesta Nacional sobre Desarrollo Humano del año 2023 muestra una población que, a pesar de percibir un deterioro en las condiciones del país, busca un equilibrio entre el cambio y la estabilidad. La amplia mayoría anhela un país más seguro, con mayores derechos sociales y crecimiento económico, pero demanda que estas transformaciones se lleven a cabo de manera gradual y sin comprometer la estabilidad. Esta es la fórmula que implementó la Concertación post dictadura.
Sin embargo, si hablamos de desafíos, el cambio del sistema político chileno es uno de ellos. Hoy debemos constatar que tenemos una sociedad más informada, crítica y exigente que demanda una respuesta estatal más eficiente y oportuna. Al respecto, Buchanan y Tullock aportan evidencia respecto de que la solidez de una democracia, entre otros factores, está determinada por su capacidad de producir condiciones de bienestar.
Es evidente que el modelo de desarrollo basado sólo en el crecimiento económico y un mercado que supuestamente lo resuelve todo está superado, dado que es insuficiente para abordar los desafíos que plantea el nuevo Chile. Las crecientes desigualdades generadas por este enfoque son cada vez menos tolerables para la ciudadanía. Es cierto que debemos crecer económicamente, pero con distribución y justicia social.
¿Pero por qué nuestro sistema político le resulta tan complejo responder a las exigencias del nuevo Chile? Al respecto, el multipartidismo exacerbado y un sistema electoral proporcional dificultan hoy la formación de mayorías estables y la construcción de consensos para implementar políticas públicas de largo plazo. La fragmentación partidaria ha generado una dinámica de negociación permanente, extremando el conflicto y debilitando la capacidad del Estado para responder a los desafíos de una sociedad heterogénea.
Ante este escenario, resulta fundamental fortalecer la democracia representativa mediante el mejoramiento de los mecanismos de participación ciudadana, la transparencia, la rendición de cuentas y el control ciudadano sobre el poder. Es indispensable modernizar el Estado, dotándolo de la capacidad para diseñar e implementar políticas públicas efectivas que respondan a las demandas ciudadanas. Asimismo, es esencial reformar el sistema político para reducir la fragmentación y fortalecer la gobernabilidad. Sin embargo, el principal desafío, en línea con el informe del PNUD, radica en reducir las desigualdades sociales.
El informe del PNUD nos presenta un desafío mayúsculo: construir un Chile más justo, equitativo y democrático. Para lograrlo, es necesario un gran acuerdo nacional que permita superar las divisiones y construir un futuro compartido. La tarea no es fácil, pero es urgente. El futuro de Chile y su democracia está en juego, ni más, ni menos.
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