Diversos grupos de ultraderecha y derecha han confirmado en los últimos días sus convicciones antidemocráticas al pretender restablecer el veto ideológico establecido por la dictadura de Pinochet sobre las personas que tengan militancia comunista. En efecto, en particular el grupo de ultraderecha denominado "Republicanos" ha considerado que Karol Cariola está impedida de ejercer la presidencia de la Cámara de Diputados y Diputadas por su afiliación al Partido Comunista. Incluso, reconocen que el veto que pretenden establecer no se refiere a las condiciones e idoneidad para ejercer el cargo, sino que se debe a su militancia.
Este es exactamente el mismo criterio que tuvo la junta militar al establecerse la dictadura en 1973, como las ideas solo se pueden suprimir a través de las más brutales violaciones a los derechos humanos, con el objetivo de cumplir la supuesta erradicación del "cáncer marxista", se llevó a cabo una verdadera cacería humana que devino en terrorismo de Estado, marcando para siempre el régimen de Pinochet por su bestiales asesinatos, las más terribles torturas y un feroz encarnizamiento con sus opositores.
Al parecer la nueva generación de dirigentes de la derecha chilena estima que esa parte de la historia de Chile se borró y que la amnesia impera en la conciencia de la comunidad nacional. No es así. Basta recordarles el cariño inagotable que recibe el Presidente Allende y el respeto que existe muy mayoritariamente hacia los mártires de la izquierda chilena. Al parecer la antigua generación de la derecha no le ha trasmitido con la claridad requerida a estas nuevas representaciones el peso político que debieron cargar durante décadas porque fueron cómplices de crímenes atroces o callaron cuando se ejecutaban.
Olvidan que la sociedad vetó a quienes considero inhabilitados al sucumbir por complicidad o cobardía ante la criminalidad de la dictadura. La derecha que se sometió y glorificó a Pinochet, durante décadas, no pudo acceder democráticamente a la Presidencia de Chile y, finalmente, se resignó a apoyar a Piñera al que creía un oportunista, un advenedizo procedente del centro y del que desconfiaba, pero no tuvo otra forma de ganar el gobierno.
Lo que hace hoy la ultraderecha es ejercer un acto de violencia política enteramente inaceptable, un veto de exclusión, no es posible transigir con una visión tan reaccionaria, pretender suprimir las ideas impidiendo que quienes las tienen asuman responsabilidades en el Estado indica que hay raíces vivas del pinochetismo aun perturbando la convivencia nacional.
La odiosa descalificación de la izquierda que hacen a diario ciertos medios de comunicación estimula las conductas antidemocráticas. No hay que aceptar la división del país. Por eso, es vital la unidad en la diversidad ante el riesgo de una regresión ultraconservadora.
Hay que afianzar la gobernabilidad democrática y evitar que la camada de ultraconservadores que surgió en la derecha se apodere del Estado, algunos andan atrás de ese puñado de votos, es una conducta deplorable, lamentablemente, había quienes se proclamaban demócratas guardándose bajo la manga contubernios antidemocráticos.
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