A propósito de la decisión de la Junta Nacional de la Democracia Cristiana de apoyar a Jeannette Jara, se han producido diversas manifestaciones de apoyo y entusiasta solidaridad, así como rechazos incendiarios y descalificaciones mezquinas. Lo trascendente es que la DC tomó una decisión de gran valentía, sin detenerse en atavismos ancestrales y prejuicios implantados durante décadas y campañas de odio que recrudecieron bajo la dictadura, situaron como lo esencial la unidad social y política del pueblo de Chile actuando con determinación ante presiones soberbias, tan fuera de lugar como inaceptables.
Como dijo nuestra candidata presidencial, Jeannette Jara, estamos ante un desafío que "recién comienza", esto es lograr definir unitariamente una propuesta programática, una lista parlamentaria común y desarrollar, al mismo tiempo, un trabajo unitario en los territorios y organizaciones populares para plasmar en la base social la mayoría nacional que se requiere para el triunfo electoral.
Somos partidos diversos, con una larga historia que es un patrimonio histórico esencial en la historia de Chile y en la fisonomía cultural y política que cada uno de ellos adquirió en el tiempo y con la que aportaron a la evolución pluralista de la institucionalidad democrática.
Así también, somos formaciones políticas autónomas con ramificadas raíces sociales y una personalidad que les distingue, así, la diversidad es un desafío complejo, exige vitalidad para no inmovilizarse y experiencia para no atarantarse, estos factores deben confluir en una propuesta de país capaz de sostener y hacer mayoritaria la candidatura de Jeannette Jara.
La perspectiva de este entendimiento constituye un hecho político sin precedentes, la sola posibilidad de su formación recibe el aplauso de las y los chilenos que aman la patria, que esperan una mayoría capaz de dar estabilidad al país para seguir robusteciendo la institucionalidad democrática y, a la vez, lograr las reformas necesarias para dar vitalidad a la dignidad y la justicia social en Chile.
Aunque, tras la decisión de la DC que aplaudimos, también hubo desacuerdos lo que es propio de la democracia, sin embargo, hubo ataques empapados del anticomunismo de hace 50 o más años, del periodo de la Guerra Fría, cuyos efectos sirvieron entonces para justificar crímenes atroces y que hoy se reponen como si el mundo bipolar aún existiera.
Se formularon comentarios tóxicos, remarcando que la motivación de muchos que apoyaron el voto aprobado por la DC estuvo en la "oferta de cupos", es decir, la obtención de una representación de parlamentarios. Así, se sataniza un desafío principal en la brega social de este periodo, cual es la futura fuerza parlamentaria de las organizaciones políticas participantes del proceso electoral.
Hoy, ante la arremetida de la ultraderecha que se impone en el conjunto de los grupos conservadores, contar con una representación parlamentaria determinante en el próximo Congreso Nacional puede asegurar mantener avances sociales que son fundamentales para amplios sectores del país y garantizar, en consecuencia, la estabilidad democrática.
Ninguno de los personeros que descalifican el objetivo de alcanzar una presencia parlamentaria decisiva, ignora que su importancia llega incluso a determinar la sobrevivencia o legalidad de los partidos, los que deben contar con al menos cuatro de ellos para evitar su disolución de acuerdo con las disposiciones legales establecidas en el país.
Tener gravitación en el Parlamento es un objetivo fundamental y, por tanto, necesario en un Partido democrático. Los que atacan de modo oportunista y con argumentos innobles a sus propios camaradas de muchos años, le hacen un grave daño a la tarea democrática desconociendo un objetivo enteramente legítimo de los partidos políticos, sumándose a la retórica de la ultraderecha que sataniza a las opciones democráticas recurriendo a prácticas aberrantes, como ha denunciado la candidata presidencial de Chile Vamos.
Hace aproximadamente medio siglo el anticomunismo fue la excusa para justificar las peores atrocidades del terrorismo de Estado, bajo las órdenes de Augusto Pinochet, con ese pretexto la criminalidad de la dictadura se desató implacable y miles de vidas valiosas fueron destruidas. Que no se cometa el mismo error repitiendo el argumento.
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