El incumplimiento del acuerdo para la mesa del Senado de la República marca un hito más en el descrédito de la acción política en Chile. En efecto, este turbio episodio desnudó apetitos mezquinos y fines inconfesables en ciertas conductas individuales y grupos políticos, revelando que por odios, resentimientos y ambiciones hay personas dispuestas a cualquier cosa.
Un espectáculo deplorable, una suma de deslealtades y traiciones de quienes pretenden credibilidad para sus opiniones y proyectos políticos. Como la derecha se presume a sí misma como la próxima ganadora en los comicios presidenciales, es increíble que esas figuras públicas piensen que su palabra tendrá valor con esa nefasta conducta. ¿O, probablemente, su convencimiento es que mucho dinero todo lo borra a través de una apabullante y asfixiante propaganda?
El grupo "Demócratas", al salir de la Democracia Cristiana, ha evolucionado desde la centroizquierda al centro, y ahora se pasó a la derecha. Pero en ese incesante ajetreo cambiando posiciones no hay ninguna argumentación doctrinaria ni de principios políticos, eso sí, se advierten los irrefrenables apetitos de una dudosa apuesta electoral, es decir, el cálculo que la derecha ganará la próxima elección presidencial y podrán recoger el beneficio del "chorreo" que provoca el control del poder.
En rigor, para el grupo oligárquico de ultraderecha que organiza la alternativa presidencial de 2025 comprometer un cargo ministerial o asegurar una reelección parlamentaria en algún distrito o circunscripción no es un gran precio, le sale barato, de modo que la operación ha sido de un bajo precio para la derecha, pero de un gran costo para el sistema político democrático.
A los 13 años ingresé a la Juventud Socialista, vi y sufrí el golpe de Estado de 1973, conocí la polarización política que fue fatal para la democracia, pero nunca había visto un precio tan misérrimo y una total inconsistencia en los argumentos como esta vez para dar una excusa en el atropello y aplastamiento de acuerdos políticos institucionales decisivos. En resumen, decir que este descalabro es por "un cupo" en la Comisión de Hacienda del Senado es absolutamente inconsistente y completamente vergonzoso. No hay pudor.
Al instalarse comportamientos indignos y justificaciones incongruentes se entierra un puñal en el corazón de la legitimidad del sistema político, en consecuencia, se socava en su esencia la gobernabilidad democrática del país. A la derecha no le importa lo que pase después, como ya no pueden culpabilizar al comunismo internacional, responsabilizaran a los extraterrestres del descalabro social que genera el desprestigio del sistema político.
En este contexto, las fuerzas populares y democráticas deben hacer un gran esfuerzo para dignificar la acción política y lograr sacarla del pantano en que los intereses subalternos y los personalismos más extravagantes la están hundiendo día a día. La ambición desbocada mata la democracia, hay que evitarlo. Esa es una auténtica responsabilidad con el futuro de Chile.
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