El "estaticidio" de Piñera

Las vacaciones de la administración de Piñera expresan su total fracaso, no es sólo que se van el 11 de marzo, además no dejan nada salvo graves problemas. Si tuvieran algún legado que dejar no hubiera sucedido la huida en masa de ministros, subsecretarios y otros altos funcionarios, se quedarían en sus puestos cautelando ese hipotético patrimonio.

El legado no existe, no lo es la vacunación contra el Covid-19. Fue una buena tarea, no hay duda, pero es fruto de los ahorros de los gobiernos democráticos, desde Lagos en adelante, los que permitieron la solvencia financiera necesaria para la compra de vacunas y aplicar el IFE, lo que pensó Piñera en su egocentrismo fue muy distinto, era dejar una huella de su gobierno en el modelo o tipo de sociedad existente en el país.

En ese ámbito, el piñerismo deja como herencia el Estado en crisis, desarticulado, parece que intento un "estaticidio", hay un retroceso que culmina con un caótico desorden en la conducción del Estado, en un grado sin precedentes en Chile.

Piñera asumió con una gobernabilidad democrática estable, pero su política social regresiva y su autocomplacencia alimentaron un estallido social de tal magnitud que provocó una crisis en su administración, la que derribó el gabinete; luego la pandemia volvió a sacudirlo por su inacción y le obligó a erráticos cambios ministeriales, en medio de hechos imprevistos que pasaron a ser inevitables, como los retiros de fondos de las AFP, los que rechazó primero para aceptar después; así, concluye su accidentado mandato con fuertes tensiones y sacudidas sociales que han generalizado una situación de ingobernabilidad política e inseguridad en la población.

En los hechos, la actitud de Piñera ha sido que la ausencia de Estado sea la norma en diversas regiones o macro zonas, como también en comunas densamente pobladas. En las regiones fronterizas del norte la migración no solo se ha desbordado, sino que trastocó totalmente el orden público, el desenvolvimiento económico y la paz social. Desde el ángulo fronterizo con Perú y Bolivia hasta la línea de playa en el Océano Pacífico se fue estableciendo e instalando una ausencia de Estado hasta que se impuso el desgobierno.

El asesinato del transportista Byron Castillo, en la Región de Antofagasta, fue la gota que activó una movilización social del conjunto de la comunidad, algunos quieren dividendos corporativos y la ultraderecha promueve la xenofobia, pero hay claramente una protesta social ante una nueva víctima, la inseguridad y la ausencia de Estado.

También en Arica e Iquique la comunidad se movilizó ante el descontrol de la narco-delincuencia y el desborde de la migración irregular incentivada por mafias que se enriquecen con la tragedia de millones de personas. También allí se advierte la odiosa xenofobia y la demagogia de la ultraderecha, pero la situación ya no aguanta más y la administración piñerista ha sido inoperante para reponer un mínimo de normalidad en la zona.

Por otra parte, en la llamada macrozona sur, el orden público y la paz social están profundamente alteradas ante el grave deterioro de la seguridad y la exacerbación de la violencia política. En los últimos meses se ha llegado a situaciones extremas que la autoridad cree resolver con la instalación del Ejército y la Armada, pero el caótico desorden imperante sigue su curso.

Asimismo, la delincuencia y el narcotráfico se incrustan en zonas densamente pobladas, en especial de la ciudad de Santiago, haciendo del enfrentamiento entre bandas rivales y el asalto armado a la población indefensa una lacerante realidad cotidiana. Los barrios en que las familias residían con estándares aceptables de confianza y seguridad, ahora prácticamente no existen.

Ante la presión que la ausencia del Estado provoca, el Gobierno sufre el impacto de su propia impotencia y frivolidad, simbolizada en las vacaciones masivas del gabinete. De ese modo, la autoridad de que está legalmente investido carece de respaldo social y político. Actúa con la inercia de aquel que solo espera que la campana lo salve del derrumbe total. En tal situación, cedió a la exigencia de declarar el Estado de excepción constitucional.

Con Piñera no hay Estado. Ha realizado el sueño de anarquistas y neoliberales de llevar el Estado a cero, haciendo ineficaz la acción estatal por su inoperancia, negligencia e irresponsabilidad. Ha cometido un "estaticidio", consiguió desbaratar el Estado y lo llevó a la impotencia en un verdadero crimen contra la convivencia nacional y la seguridad de la población.

En Chile, en la actual institucionalidad, el Presidente de la República es una autoridad elegida mediante el sufragio universal, libre e informado de la ciudadanía, quien llega a esa condición es jefe de Estado y de Gobierno, a través de su gestión de 4 años Piñera dejó este último a la deriva y al Estado agotado, exhausto; como si hubiese intentado liquidarlo. El peor balance de un Presidente civil en la historia de Chile.

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