El feminismo, alma de la movilización social

La opresión de la mujer es la dominación estatal y social más recalcitrante en la historia de la humanidad, la más larga de todas las formas de dominio y explotación que marcan y se reproducen en la historia de la civilización.

En efecto, sea por el uso de la fuerza o por supersticiones, miedos sobreterrenales, dogmatismos religiosos o misticismos políticos, de uno u otro modo, a través de renombrados filósofos, reyes o jerarcas eclesiásticos, se impuso a lo largo de los siglos la superioridad masculina, validando aberrantes expresiones de misoginia, así como, una férrea dominación patriarcal.

Sin embargo, luego de luchas inclaudicables, muchas de ellas silenciosas, en contra de diferentes tipos de inquisidores y modelos de sometimiento, de tenaces movimientos reivindicatorios y de la formación de indomables voluntades feministas ante la brutalidad machista, se fue configurando la defensa y promoción de los derechos de la mujer y por la igualdad de género que se ha instalado en el centro del desafío civilizador a escala planetaria.

En Chile, este reto al desarrollo humano logró alcanzar un vigor especial, que lo distingue y le entrega una fuerte identidad y un liderazgo en las movilizaciones sociales que han estremecido el país y cambiado profundamente la situación nacional.

Se trata de una lucha centenaria por el derecho a trabajo digno y un salario justo y no discriminatorio, a la salud, vivienda y Educación superior, al ejercicio profesional sin exclusiones de género, así también por el sufragio pleno, ejercido por primera vez en 1952, como asimismo, la creciente participación de la mujer en las luchas estudiantiles y sindicales, ese movimiento diverso con múltiples expresiones abrió paso y generó una potente vitalidad a la demanda feminista en nuestro país.

Bajo la dictadura, las muy difíciles manifestaciones de los primeros años de lucha y resistencia tuvieron en la mujer chilena un actor fundamental, de modo especial, en el ámbito de los Derechos Humanos, por la verdad y la justicia en la situación de los detenidos desaparecidos, siendo Sola Sierra, una lideresa excepcional. Esas heroicas acciones de resistencia civil fueron un símbolo que representó la llama de la libertad contra el despotismo neoliberal.

Así se forjó en Chile la vía para el restablecimiento de la democracia, con tesón, coraje, unidad y lucha antifascista, en ese camino hubo sinnúmero de mártires y heroicas militantes que bregaron en la primera línea de lucha por la libertad y la democracia como Carolina Wiff, Michelle Peña, Lumi Videla, Marta Ugarte, Sara Donoso, Reynalda Pereira e incontables y consecuentes luchadoras de la izquierda chilena. Sin el aporte de la mujer no se habría alcanzado la victoria.

Todo ese patrimonio histórico rebrotó vigoroso en la convocatoria feminista en los últimos 8 de Marzo, en especial el año 2020, sus organizadoras estiman una convocatoria de 2 millones de personas. Así, se transformó la brega por los derechos y la igualdad de la mujer en un torrente social sin precedentes en Chile, la masividad de la lucha feminista fue la base más amplia que pudo tener la rebelión social del 18 de Octubre y meses posteriores.

Ello ha ocurrido así porque, a la vez de ampliarse la formación y la educación feminista en las nuevas generaciones se hizo más cruda y repulsiva la cadena de abusos, atropellos y postergación que impone a la mujer chilena el modelo de dominación neoliberal en que solo importan las ganancias del capital y está ausente la dignidad de las personas.

En Chile se vive una dolorosa realidad en la que se mezcla la explotación en el trabajo y la violencia en el hogar, en un cuadro de atroces abusos en contra de la mujer. Por eso, estremecedores femicidios conmueven la conciencia del país, porque se vuelven a repetir de manera espantosa, así como otras aberraciones en que se expresa la violencia machista, crueles asesinatos junto con aberrantes agresiones sexuales y otras manifestaciones de una crueldad inaudita.

En consecuencia, queda mucho que avanzar, no hay espacio para la autocomplacencia, no habrá una sociedad feliz con la mitad de sus miembros sometidos a graves humillaciones y agudos dolores por la dominación patriarcal, la sonrisa de cada una deberá ser la sonrisa de todos y todas.

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