El fin de la tiranía constituyente

Hay oportunidades en las que la realidad supera a la ficción, en ocasiones puede ser algo hermoso, como en esas historias de amor que parecen verdaderos cuentos de hadas, pero cuando la ficción se trata de política, los autores son un tanto más pesimista al escribir sobre lo que nos depara.

"1984" de George Orwell, "Fahrenheit 451" de Ray Bradbury y "Los juegos del hambre" de Suzanne Collins son parte de esas historias en donde el autoritarismo lleva a la debacle a una sociedad.

Pero esas son ficciones con ese tinte norteamericano más fantasioso. Aquí en Latinoamérica tenemos algo mucho más propio, tenemos el Realismo Mágico, y hace 55 años Gabriel García Márquez profetizo una escena de la que todos fuimos testigos.

"En la calurosa sala de visitas, junto al espectro de la pianola amortajada con una sábana blanca, el coronel Aureliano Buendía no se sentó esta vez dentro del círculo de tiza que trazaron sus edecanes.

Ocupó una silla entre sus asesores políticos, y envuelto en la manta de lana escuchó en silencio las breves propuestas de los emisarios. Pedían, en primer término, renunciar a la revisión de los títulos de propiedad de la tierra para recuperar el apoyo de los terratenientes liberales. Pedían, en segundo término, renunciar a la lucha contra la influencia clerical para obtener el respaldo del pueblo católico. Pedían, por último, renunciar a las aspiraciones de igualdad de derechos entre los hijos naturales y los legítimos para preservar la integridad de los hogares.

-Quiere decir -sonrió el coronel Aureliano Buendía cuando terminó la lectura- que sólo estamos luchando por el poder.

-Son reformas tácticas -replicó uno de los delegados-. Por ahora, lo esencial es ensanchar la base popular de la guerra. Después veremos.

Uno de los asesores políticos del coronel Aureliano Buendía se apresuró a intervenir.

-Es un contrasentido -dijo-. Si estas reformas son buenas, quiere decir que es bueno el régimen conservador. Si con ellas logramos ensanchar la base popular de la guerra, como dicen ustedes, quiere decir que el régimen tiene una amplia base popular. Quiere decir, en síntesis, que durante casi veinte años hemos estado luchando contra los sentimientos de la nación.

Iba a seguir, pero el coronel Aureliano Buendía lo interrumpió con una señal. 'No pierda el tiempo, doctor -dijo-. Lo importante es que desde este momento sólo luchamos por el poder'. Sin dejar de sonreír, tomó los pliegos que le entregaron los delegados y se dispuso a firmar.

-Puesto que es así -concluyó-, no tenemos ningún inconveniente en aceptar"

Al ver a la Convención, todos formalmente vestidos, entonando DOS VECES y muy orgullosos el himno nacional, tratando de enmendar todas las chambonadas que durante 1 año ejecutaron, el último día, a última hora, no puedo sino recordar este pasaje, tan lúcido, de mi libro favorito, "100 años de soledad".

Hoy, con todos los simbolismos patriotas la Convención y el Gobierno no hacen más que darnos la razón a los varios que acusamos que el patriotismo estaba en el corazón de los chilenos, y que todos los símbolos debían ser respetados.

En la Convención Constitucional estuvieron todo un año luchando contra los intereses de la nación, dando como resultado un texto el cual pretenden dejar tallado en piedra. Quizás el Presidente Boric imagina un escenario en el cual es aplaudido por todos a su alrededor mientras levanta la nueva constitución. Una escena bien similar a cuando el Senado galáctico proclamó a Palpatine. Pero no, señor Presidente, lamento decepcionarlo.

El simbolismo patriota que enmarcó el fin de la Convención es de cartón, "marca chancho" en buen chileno. Porque lo cierto es que el proyecto de nueva Constitución fragmenta a la nación, plantea unos derechos si y otros no, dependiendo de la etnia, incluso con un sistema de justicia diferenciado. No garantiza la seguridad de la nación y da más garantías a los delincuentes y violentistas que a las víctimas.

Se disuelve la Convención e inicia la campaña para que el 4 de septiembre el Rechazo se imponga de manera democrática. Trabajaremos por la campaña del Rechazo con la mirada puesta en los cambios profundos que necesitamos, pero no de la manera dañina que la Convención propone y que el Ejecutivo avala. Como Partido Republicano desde ya estamos listos a realizar la labor legislativa que significará la victoria del Rechazo, haciéndolo de forma seria, responsable y en vías de que todos avancemos al desarrollo y alcancemos un pleno bienestar social.

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