El gabinete en un nuevo período histórico

Muchas opiniones han surgido desde el 21 de enero, apenas conocidos los nombres de las y los ministras y ministros que asumirán el próximo 11 de marzo, pasando a ser el centro dirigente del gobierno liderado por el Presidente Boric. Es un diseño con mayoría femenina y un cambio generacional como factores centrales, con el mérito de incorporar una notable amplitud y diversidad.

La presencia de Izkia Siches como ministra del Interior es una decisión clave para la jefatura del gabinete, su potente mensaje y la amplitud de su visión nacional fueron decisivos en la segunda vuelta, convocando el arco de fuerzas necesarias para la victoria. Ahora su liderazgo tendrá el desafío de dar un golpe de timón en el área de la seguridad y el orden público, que afectados por la inercia burocrática y el desplome del piñerismo demandan cambios urgentes que revitalicen las fuerzas policiales y la brega contra la delincuencia y el narcotráfico.

En su trabajo colaborará como subsecretario del Interior el actual diputado por Arauco Manuel Monsalve. Se trata de instalar una política de diálogo donde la sola receta represiva ha sido estéril. El tejido social está gravemente dañado por el deterioro de la seguridad ciudadana, el enorme impacto de la migración desde el norte del país y el desgobierno en la llamada macro zona sur. Aunque la derecha ataca al gobierno que aún no asume por el descontrol de la situación, lo cierto es que Piñera entrega el orden público deteriorado como nunca.

Asimismo, los nombres de Mario Marcel en la cartera de Hacienda, Claudia Sanhueza como subsecretaria y Nicolás Grau en Economía envían múltiples señales, la más clara indica una firme voluntad de cambio que no significa hacer cualquier cosa, las reformas deben afianzarse en la vida diaria para no revertirse ante el primer obstáculo, por eso su gradualidad y la necesaria base material que sostenga su implementación en el tiempo. Es el caso de la Pensión Básica Solidaria, diseñada por Marcel, tramitada el 2007 y promulgada el 2008, que formó el Pilar Solidario en el sistema de pensiones y que ahora se reconoce y amplía con la recién aprobada Pensión Garantizada Universal.

Las reformas no deben ser euforia de un día y dolores posteriores con trágicos costos sociales, que rompen la gobernabilidad democrática y conducen a inaceptables restricciones a las libertades ante el descontento de la población. Ese camino ha conducido a la derrota de los procesos de cambio y su conversión en nefastas experiencias autoritarias.

La convicción que la vía de las reformas es en democracia y sin deformaciones autoritarias no es casual, es la herencia del Presidente Allende, un compromiso inamovible surgido de las luchas históricas de la izquierda chilena que ciertas voces pretenden desconocer y descalificar con el falso rótulo de neoliberalismo, falaz recurso de quienes no tienen argumentos de fondo y viven de rimbombantes consignas.

La autoridad económica de un gobierno democrático de izquierda, como el del Presidente Boric, es plantear que en su gestión el financiamiento de las reformas sociales es perentoria necesidad evitar que la inflación o el déficit fiscal desborden y trastornen el orden económico interno y se favorezca sin quererlo una regresión al conservadurismo de derecha o al extremismo de ultraderecha.

En este caso, se asume claramente la responsabilidad de conducir el país desde una realidad ineludible, sin ignorar los problemas de financiamiento y las dificultades del trámite parlamentario. No se pueden crear expectativas que no se cumplan y se produzca una merma en el apoyo social a las reformas a implementar que facilite la acción de los grupos conservadores que buscarán volver al poder. Por cierto, puede haber otro criterio, pero no es válida la descalificación de esa clara y veraz opinión política.

La ardua brega por los derechos humanos que caracteriza la trayectoria de la futura ministra de Relaciones Exteriores, Antonia Urrejola, remarca un compromiso moral, parte esencial del contenido de principios de la política exterior de Chile, cuestión que es una exigencia vital para la legitimidad de los Estados democráticos. La herencia del Presidente Allende en la izquierda chilena señala que el cambio social va de la mano con el respeto a la dignidad del ser humano y repugna la violación de los derechos fundamentales.

La integración de la futura ministra de la Mujer, Antonia Orellana, al Comité Político es otra señal de una proyección trascendente, se trata de la centralidad de la lucha por los derechos de la mujer y la igualdad de género en el nuevo gobierno y de la fuerza alcanzada por el feminismo en la movilización por el cambio social en Chile.

También en manos de una mujer, Jeanette Jara, estará el Ministerio del Trabajo y Previsión Social, desde donde deben formularse las reformas laborales que fortalezcan los derechos de los trabajadores y el nuevo sistema previsional que tendrá Chile, de modo que las pensiones sean dignas y no un calvario para adultos mayores padeciendo una vida llena de privaciones.

Igualmente, la reforma del sistema de salud adquiere relevancia crucial, en ese desafío también habrá una mujer en el liderazgo, Begoña Yarza. Se trata de un esfuerzo titánico para remover una anquilosada estructura de desigualdad y privilegios y para dejar atrás una cultura de abusos de poder, menoscabo o abierto desprecio en el trato a los pacientes.

El Presidente Allende señaló en su último mensaje que "los procesos sociales no se detienen ni con el crimen ni con la fuerza", afirmación confirmada en los 5 continentes desde su muerte el 11 de septiembre de 1973, así también ocurre ahora con la designación de su nieta Maya como ministra de Defensa.

Ante la historia el terrorismo de Estado será un recurso brutal, de una sádica criminalidad, pero a la postre, estéril ante el curso del desarrollo social.

El cambio climático requiere una nueva mentalidad para gobernar y sobreponerse al enfoque depredador que impone el mercantilismo a ultranza, se necesita la visión de sustentabilidad ambiental en la estrategia para el desarrollo global y de las naciones en particular. Maisa Rojas será la ministra que lidere tan relevante esfuerzo de las políticas públicas que necesitan el apoyo de las comunidades en cada territorio y el fortalecimiento de los gobiernos regionales.

La centralización del Estado, los conflictos de interés y la débil trasparencia, causan un grave daño a la capacidad institucional para enfrentar los severos desafíos medioambientales de Chile. Resolver esos "nudos" es una tarea enorme.

En especial, el agua es un tema decisivo. El abuso con la privatización de los derechos de agua, una larguísima sequía y el escaso marco regulatorio de las empresas concesionarias de agua potable, entre otros factores, han creado una crisis hídrica que exige una respuesta urgente del Estado para que la escasez no se agrave y no se genere una situación catastrófica. Hay un compromiso social que demanda un giro copernicano en la tarea a realizar en los próximos años.

Ante este inmenso desafío, en tan diversos ámbitos, no se puede ser indiferente. Hay que apoyar sin regateos al nuevo gobierno. Aunque es difícil hay que evitar que el partidismo estrecho y de trincheras debilite la lealtad con la tarea histórica del Presidente que aún no asume el cargo. En bien de Chile este equipo humano debe tener éxito en su tarea. Como enseñó el Presidente Allende, el cambio social es a través de la democracia, en pluralismo y libertad.

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