El ministro del hambre

Las salidas de libreto de Joaquín Lavín al denominarse "socialdemócrata" o alguna otra de sus frases que buscan tratan de olvidar o encubrir su pasado pinochetista, han estimulado una singular búsqueda en la derecha para encontrarle reemplazante en la contienda presidencial, en noviembre de este año.

Una de las opciones es la alcaldesa de Providencia, quien apunta a rejuntar la derecha tradicional con una candidatura que asume su carácter, incluso se reconocerá defensora del modelo, pero presumirá de eficiencia y conocimiento del aparato público. Su debilidad es la misma de Lavín, el lastre de su entusiasta activismo, durante décadas, por Pinochet y la herencia de la dictadura.

Por eso, otros levantan a un advenedizo en la derecha, regalón de Piñera, hasta hace poco presidente del BancoEstado, poseedor de exorbitadas ambiciones, un prototipo ideal para intentar manipular la opinión pública con la receta que se puso de moda: El populismo autoritario; duro rechazo a las grandes demandas sociales y clientelismo barato en busca del apoyo de los grupos vulnerables apolíticos y culturalmente más conservadores.

Hay otros que son adictos a la tecnocracia, encontrando allí la nueva maravilla, el ministro del hambre, actual titular de Hacienda, al igual que el '89 con Buchi, se encandilan con aquel que impuso las mayores penurias y privaciones a la población para asegurar gigantescas utilidades que otorgaran "estabilidad macroeconómica" al sistema.

En la burbuja que viven, aquel más terco y duro defensor de abusos y privilegios es el que merece heredar el desgastado poder de la derecha, ese que estuvo y está en riesgo de ser defenestrado, precisamente, por el aumento del malestar social ante la ineptitud e indolencia del gobierno con el sufrimiento de las familias y millones de personas.

Es increíble esta esquizofrenia política en los fácticos de la derecha, saben que el balance en el manejo de la pandemia es desolador, llegaron tarde a todo, pero quieren insistir con el mismo personero que ejecutó un plan siniestro de sometimiento de la población por el hambre, apto para la sobrevivencia de los más fuertes y acaudalados, el mismo funcionario que cuando el gobierno obligó a la población a permanecer en cuarentena no tuvo duda alguna en que el confinamiento fuera, durante meses, sin transferencias monetarias del Estado, en un pavoroso darwinismo social.

Como las cosas por sabidas se callan y por calladas se olvidan, el núcleo ultraconservador y mercantilista de la derecha debe pensar que todo este atroz período siendo reciente está en una nebulosa en la que es imposible identificar el rostro del hambreador y hacer efectiva su responsabilidad política en etapa tan oscura, que se salvó sólo gracias al retiro en dos ocasiones del 10% de los fondos de las AFPs, posible por la unidad de la oposición y la rebelión de un sector parlamentario que fue decisivo dentro de la derecha.

Así, fue esa ruta por completo opuesta a la trazada por el Gobierno la que rompió la ortodoxia, compulsivamente defendida en las sesiones del Congreso Nacional por el nuevo delfín fáctico. El retiro, dos veces del 10% de las AFP, esa transgresión del sacrosanto orden establecido, fue lo que contuvo una crisis social y económica que se encaminaba a convertirse en una crisis terminal para el actual gobernante.

En suma, ya se les pasó el susto, retornan a la mezquina soberbia de aquel que no vio sufrir a la familia por la falta de recursos, la autocomplacencia de la derecha es infinita, los enceguece en forma absoluta, omiten el descalabro de los meses de junio y julio, cuando Piñera tuvo que despedir a la casi totalidad de incondicionales que tenía en el gabinete, empleados más que ministros, ahora vuelven al engaño y se creen infalibles.

Lo más seguro es que el apellido del ministro hambreador se haya repetido en algún "focus group" de los innumerables que hacen los institutos y encuestadoras de la derecha, basta alguna repetición de algún nombre para que ya lo consideren como tabla de salvación del orden establecido, aunque se trata del mismo personero cuyo dogmatismo e insensatez en medio de la pandemia, negándose a las urgentes necesidades sociales, estuvo a pasos de hacerles caer al vacío.

La desolación y la pobreza se extienden por el país y uno de sus principales responsables ahora se dará el gusto de ser candidato presidencial, es una muestra patética de la frivolidad del gobierno y de su absoluta indiferencia ante la profundidad de la crisis económico-social que agobia a millones de familias. Así, la salida del ministro del hambre más parece una huida desesperada que el inicio de un nuevo desafío.

Es como para pensar que manos están gobernando el país, personeros que pasan de la euforia a la depresión a gran velocidad, igual que el crecimiento de la pandemia que no han podido contener por su ineptitud incorregible. Chile necesita otra conducción política, una nueva mentalidad que se una con la nueva Constitución, nacida en democracia.

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