El plebiscito empodera a las personas

Pareciéramos no visualizar la importancia que significaría gozar de la posibilidad del plebiscito como instrumento democrático.

Los plebiscitos técnicamente existen y se implementan cuando una sociedad, no encuentra respuesta a un determinado tema desde su representatividad, es decir, los poderes elegidos para representar no logran acordar una opinión.  Sin embargo, a mi juicio este factor no es el más relevante.

Un plebiscito implica un proceso amplio de empoderamiento ciudadano. Para lograr un plebiscito es necesario antes exponer con claridad y profundidad las posibles miradas sobre el tema en cuestión.

Legitimar el instrumento plebiscitario es legitimar a las personas, entregarles poder, poder de opinión y deliberación. Los plebiscitos a diferencia de las votaciones del último tiempo de nuestro país son votaciones sobre temas y no sobre personas. Sobre contenidos y no sobre formas.

Sin lugar a dudas Chile requeriría antes de una serie de modificaciones legales que permitieran llevar a cabo un plebiscito en forma democrática y transversal.

Por ejemplo: sería necesario que el canal público, TVN se empoderara de su “rol público” liderando así el proceso como medio de comunicación social, implementando espacios en sus horarios “prime” y no sujetos a auspiciadores, para debatir y escuchar.

También requeriríamos de un medio escrito que ejerciera ese rol. Difícilmente podría hacerlo “la nación online” ya que con la llegada del Gobierno de derecha se le ha cortado un brazo fundamental a este medio de comunicación, el papel, que si podría llegarle a gran parte de los chilenos.

También sería necesario que los partidos políticos abrieran sus agendas de trabajo a la sociedad, “a las bases” instalando espacios de discusión y formación.

Necesitaríamos entregarle espacios reales a las organizaciones civiles, aquellas que trabajan día a día en pequeños espacios comunitarios de manera voluntarista, financiados antes de pertenecer a la OCDE por diversas Ong`s internacionales.

Requeriríamos de más liderazgo gremial y sindical para llevar los temas a los espacios de trabajo.

Las universidades tendrían que ofrecer espacios abiertos de debate y reflexión, y poner a disposición de la ciudadanía el pensamiento intelectual.

Necesitaríamos una entidad que regulara este proceso, de otro modo, una vez más los más poderosos impondrían sin pudor la mirada más conveniente para el mercado.

Finalmente y tal vez lo más importante: tendríamos que definir que el voto fuese una obligación ciudadana y no un acto voluntario.

En definitiva, para estar preparados para llevar a cabo un plebiscito antes tendríamos que rendir un examen país de desarrollo democrático.

Hoy, francamente reprobaríamos este examen.

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