El racismo oligárquico

En los mismos días que se reiniciaba el juicio por su asesinato en la Región de la Araucanía, un grupo de ultraderecha profanó la Memoria de Camilo Catrillanca robando y ofendiendo un lienzo con su figura que le rememoraba. Es su estúpida y cruel réplica a la demanda del pueblo mapuche que tiene el más amplio apoyo del pueblo chileno.

Durante las semanas previas al Plebiscito del 25 de octubre, ese grupo de choque atacó y agredió periodistas y luego de su realización aparecen sus nexos o vínculos con otras provocaciones, debido al parecer a sus ramificaciones con resonantes apellidos oligárquicos de conocido protagonismo en la UDI.

Y, en el Congreso Nacional, el gobierno y sus parlamentarios obstaculizaron y luego redujeron los cupos reservados a los pueblos indígenas en la próxima Convención Constitucional. Es el racismo ancestral que niega una democracia que reconozca plenamente a los pueblos originarios.

Es la conducta de la derecha chilena que heredó el lastre racista y autoritario de la oligarquía terrateniente que empujó constantemente la violenta ocupación del territorio de los pueblos indígenas para arrebatarle las tierras, así como, eliminar su cultura y el lugar que les corresponde en la nación y el Estado de Chile.

Hoy, cuando el país puede avanzar hacia la redacción democrática de una nueva Conastitución Política del Estado resulta esencial la participación de los pueblos originarios, de los herederos y continuadores de los primeros que estuvieron instalados en el territorio nacional y que son portadores de un patrimonio cultural invaluable para Chile.

Por eso, la ceguera reaccionaria de los núcleos preponderantes de la derecha es inaceptable. Ya cometieron terribles genocidios en más de una ocasión, incluso destruyendo el régimen democrático. Al parecer su odio es tan visceral que pueden volver a transitar por el mismo sendero de confrontación y destrucción que ya transitaron.

Carecen de la más mínima perspectiva histórica y forzaron a la oposición, en toda su compleja diversidad, a realizar concesiones enormes para hacer posible la existencia de escaños reservados para los pueblos indígenas, debiendo incluir esa representación dentro de los 155 miembros de la Convención Constitucional ya acordados, así como, sometiendo a sus votantes a un padrón y no a la propia asunción de su identidad y reconocimiento por cada persona en su condición de parte de una etnia originaria.

Lo peor hubiera sido que no hubieran escaños reservados a los pueblos indígenas, eso significaría un golpe terrible a la legitimidad de la futura Convención Constitucional. La oposición tuvo que ceder por un bien superior.

Luego del abuso del quórum constitucional que le permite estas prácticas aberrantes en la derecha rasgan vestiduras por la polarización política existente en el país, y sale Piñera a pedir diálogo y acuerdos.

Otra vez, aparece el diablo vendiendo cruces.

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