El virus contra la memoria

Días antes de la nueva convulsión nacional, provocada esta vez por la agresiva irrupción del Coronavirus en nuestra larga y angosta geografía, se había conocido otro increíble caso de irresponsabilidad política en el gobierno.

Esta vez, superando récords anteriores, Piñera sembró una vez más la sorpresa en sus filas, en las de la oposición y en todo Chile, con su confesión que “cuando supimos que iban a atacar el Metro...” se enteró que “no teníamos Carabineros”, un hito en los anales históricos del incumplimiento de las responsabilidades políticas en un Jefe de Estado.

De esa forma, luego de culpar durante semanas a un “enemigo poderoso e implacable” al que nunca logró identificar, pero al que no dudó declararle la “guerra”, Piñera se sinceró en una más de sus improvisaciones desnudando su ineptitud como Jefe de Estado, la del círculo más cercano de sus colaboradores y la incapacidad de la institución policial para cumplir con una labor fundamental que le está asignada.

De acuerdo a la declaración presidencial y su posterior aclaración, tanto la que dio el propio Presidente como la interpretación de sus palabras por la ministra-vocera, se repitió que “no había Carabineros”. Esta es la confesión de la ineptitud del gobierno.

La Jefatura de Carabineros no tuvo respuesta en un momento decisivo del cumplimiento del deber, una institución de varias decenas de miles de hombres y mujeres entrenados, equipados y preparados para ese objetivo principal no tenia previsto como actuar y movilizar a sus efectivos y fracasó en una misión esencial de su labor profesional, no pudo proteger el Metro.

Por hechos sin duda graves, pero de otro carácter, el año 2018 Piñera descabezó en dos ocasiones a Carabineros, forzando el paso a retiro de decenas de generales y coroneles sin la menor posibilidad de pedir razones de ningún tipo. ¿Dónde está el justo ejercicio de la autoridad del gobernante ante una carencia tan evidente como el incendio y destrucción de las estaciones del Metro que ha tenido un impacto social y económico incalculable?

Las responsabilidades no paran ahí, se ha publicado en medios de circulación nacional otro hecho increíble, que la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) alertó el 8 y 9 de octubre a diferentes autoridades que las protestas estudiantiles podían derivar en hechos de gravedad, esta conclusión fue a la que llegó la “ANI” tomando nota de las convocatorias y comentarios de las redes sociales en Chile, nada vinculado al absurdo “big data” del gobierno. Nadie hizo caso de la advertencia y su Director nombrado por el propio Piñera presentó su renuncia y se fue.

En rigor, no se hizo nada para impedir la quema del Metro, las diversas tomas que muestra la televisión, de los canales o de personas allí presente, se ven los trenes en los andenes en lugar de estar ubicados en los estacionamientos que los alejan a buena distancia, precisamente de quienes ingresen a una estación intentando incendiarlos. En suma, el Metro quedó entregado a su suerte, en este caso, su muy desafortunada suerte. Por eso, no hay justificación a la conducta de la autoridad que debía resguardarlo.

Pero, Piñera respalda y elogia en La Moneda, este 17 de marzo, a la misma estructura de mando responsable de esa irreparable incapacidad a la cabeza de esa institución que  no avanza en la solución de esas debilidades estructurales. Incluso, en su afán de buscar excusas, el gobernante llama el asesinato de Camilo Catrillanca como “lamentable muerte”.

Al haber impunidad se abre espacio a más abusos, es lo que ha pasado, y como reflejo de sus propias carencias, Carabineros enfrenta a la sociedad civil con una furia descontrolada y se ensaña con personas como Fabiola Campillay, Patricio Bao, Ian Cataldo, y muchos más, como también sus efectivos lo hicieron con Gustavo Gatica y con los mutilados de por vida y con decenas de manifestantes cuyas muertes están sin aclarar, pero que fueron privados de sus vidas con posterioridad al 18 de octubre.

El gobierno y sus adherentes en la derecha o en la centroderecha, han criminalizado la protesta ciudadana ante el estallido social que cambió la situación nacional, pero por ejemplo, en ningún momento piensan que es inaceptable que un oficial se supone debidamente preparado, Comisario de una unidad policial clave del centro de Santiago, vaya a un liceo y dispare su escopeta de perdigones por la espalda a una joven estudiante que es casi una niña. ¿Qué “protocolo” es ese?

Y como ese son casos y casos terribles como abusos sexuales, golpizas y violencia ilimitada. Ante tales hechos evidentes, ¿qué ha hecho el gobierno con tanto atropello que no sea justificar lo injustificable y quejarse porque la demanda estudiantil se ha radicalizado?

Tampoco puede eludir su responsabilidad la propia Presidencia de la República que en este mandato se encegueció con los reflectores de una inconducente vorágine mediática que le llevó a recurrir y depender de anuncios comunicacionales estériles e incluso contraproducentes, como la formación del “comando jungla” que terminó con el trágico asesinato del comunero mapuche Camilo Catrillanca, postergando la reestructuración de la organización policial que no puede sino concluir en la formación de una nueva policía uniformada para Chile.

La dependencia mediática de un gobierno ultra personalista como el de Piñera y su afán de confrontación social han traído sólo secuelas dolorosas por la pérdida de preciosas vidas humanas, las mutilaciones a muchas personas, jóvenes en especial, y consecuencias trágicas y desafortunadas para Chile.

La conclusión a que se llega es alarmante, la existencia del “enemigo poderoso e implacable” radica en el corazón del propio gobierno.

El terrible e injustificable incendio de las estaciones del Metro de Santiago y las interrogantes sin respuesta que le rodean, quedarán como uno de los hechos más bochornosos y siniestros de este periodo de la historia de Chile. Los ultra conservadores que tanto alegan sobre el orden público guardan vergonzoso silencio. De no haber epidemia del Coronavirus, este debiese ser un punto central del debate político en Chile.

Este es el resultado que en la conducción del gobierno están personeros que no creen en el Estado, por el contrario, idolatran el mercado al que quisieran traspasarle todo, incluso el Metro.

Hay muchos que sólo se sirven del Estado para fines mezquinos y ajenos al bien común que debiese ser lo que realmente guíe a quienes gobiernan.

Ahora, el Coronavirus amenaza con la pandemia de la amnesia, aquella que todo lo olvida, como es la responsabilidad política de los gobernantes.

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