Es tiempo de volver a creer

Debemos agradecer la honestidad de Álvaro García, encargado económico de la precandidata Carolina Tohá, quien nos aclara en una entrevista con el diario La Tercera hace un par de semanas que para Tohá el sujeto político no es el pueblo o los pueblos, son los empresarios; que el desarrollo no tiene nada que ver con lo humano sino con el PIB; que creen en que la sobreexplotación de los recursos es el camino para crecer, es decir, hay que seguir depredando la naturaleza para lograr desarrollo; y que hay que bajar los impuestos a los más ricos y así un largo etc., que para quienes creemos que Chile requiere reformas sustantivas, que hay otro forma de entender el desarrollo y que la centralidad debe estar en las personas, la naturaleza y la comunidad, no nos identifican, ya que son políticas capitalistas, que se etiquetan de izquierda o de progresismo sin serlo.

Contrasta con el programa de la precandidata presidencial Jeannette Jara que pone su centro en "...defender a las familias chilenas, a los trabajadores y trabajadoras, a las juventudes, a las mujeres, a las diversidades, a los pueblos indígenas y a todas las personas que, a pesar de tener lo menos hacen lo más. Defenderlos, es en realidad defender a nuestro país". Pone en el centro "el bienestar de las personas y no en las utilidades de unos pocos". Ya que "la economía crece con todos y todas nosotras, desde el trabajo y la producción con justicia".

Muchos/as de los/las que creemos en la dignificación de los seres humanos, creemos que Jannette Jara es quien mejor encarna la idea de que las personas no son cosas, productos, ni objetos y menos sujetos de mercantilización.

En palabras de Bosco Parra, fundador de la Izquierda Cristiana, nos encontramos en un momento crucial de Chile y de la humanidad, la vida en todas sus formas peligra, se impone el daño. Por ello la promoción y el respeto por la dignidad humana y de la naturaleza, son más necesarios que nunca y no pueden quedarse en discursos. Desde lo cotidiano se deben ir materializando cambios que dignifiquen la vida, ya que solo así se podrán construir comunidades pacíficas y justas, en un Chile y un mundo donde los conflictos y la violencia parecen ser una constante.

Por ello hay que volver a poner el centro en el cuidado de la vida en sus tres ejes: las personas, la naturaleza y las comunidades, desde allí se fomenta una cultura de entendimiento, respeto y cooperación, así se hace práctica y real la democracia material.

Quien lea el programa de Jannette Jara verá que éste impacta significativamente en la prevención de la violencia, fomenta la reflexión crítica sobre: las injusticias sociales, la discriminación y la desigualdad, es capaz de promover la seguridad, inclusión y equidad, garantiza que todos/as tengan la oportunidad de aprender y desarrollarse. Así se puede generar un Chile más justo donde las voces de todos/as son escuchadas. Esto, a su vez, fortalece la democracia y fomenta una cultura de justicia sostenida.

Propone una nueva política nacional de desarrollo que no precarice los salarios. Recupera la teoría de la dependencia para explicar el momento político, cultural y económico que se vive. Busca evitar la super explotación del trabajo, modus operandi del capitalismo a nivel nacional y global.

No se olvida de inculcar un sentido de responsabilidad hacia los demás y hacia la tierra, fomentando las acciones de cooperativas, campesinos, pueblos indígenas que promueven con su trabajo diario la sostenibilidad y el respeto por la naturaleza y que son creadores de riqueza.

Por todo ello parece esencial involucrarse, comprometerse. Pero cómo vivimos ese proceso, nuestra opinión es que la respuesta es sencilla: Hay que unirse en la creación de pequeños grupos dedicados a conversar, y discutir el programa de Jannette Jara, promover su nombre como la persona que encabezará y liderará los cambios que los chilenos y chilenas esperan.

Hay que reflexionar en estas pequeñas comunidades, para comprender: Las causas de la violencia, ya que la desigualdad, la pobreza y la injusticia construyen un ciclo de violencia institucionalizada, esta no es un fenómeno aislado, sino el resultado de estructuras sociales que generan indignidad. Así la violencia tiende a perpetuarse, creando una espiral que es difícil de romper. Esto implica no solo la violencia física, sino también la psicológica y estructural.

La ética de nuestro tiempo, analizada desde la perspectiva de nuestra propia responsabilidad en lo que sucede, y cómo muchas veces no somos coherentes en nuestro discurso e incapaces de anticipar en la cotidianeidad de nuestras vidas el proyecto de sociedad que esperamos o soñamos. El cambio comienza en nosotros/as con la conciencia individual y colectiva.

Ya sabemos que las ideas que parecen ser hegemónicas e imperan en la sociedad actual: el egoísmo, el hedonismo, el individualismo, la competencia, el consumo irreflexivo, son los "valores" que expresa el neoliberalismo. Allí nosotros no queremos estar. La esperanza no es quimérica, hay una posibilidad real de cambio, a pesar de la gravedad del momento, por eso es que hay que ocupar todo estos espacios, hoy políticos, para ratificar la convicción que otro mundo es posible, ya que se puede ser feliz, satisfacer las necesidades básicas y vivir de otro modo.

Ya es tiempo de volver a creer.

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