Este mundo tan extraño: cinismo y tragedia

En España, la política se hunde en el descrédito. Múltiples casos de corrupción afectan al Partido Popular (PP) de gobierno, dichos casos judiciales son, incluso, ventilados por los propios medios hegemónicos. Sin embargo, la gente les sigue votando. Si bien ha caído su apoyo, continúan teniendo el liderazgo de la política española. ¿Qué ocurre? ¿No resulta extraño este comportamiento?

Es decir, ya no se puede aplicar la vieja máxima de “ellos no saben lo que hacen, pero lo hacen.” Hay todavía algo más profundo en la cabeza de la gente pues saben lo que ellos hacen, pero lo continúan haciendo, es decir, apoyándolos.

En Chile la situación es bastante parecida. En una de las últimas encuestas Cadem, un 36% cree que Sebastián Piñera será el próximo presidente y un 12% Ricardo Lagos. ¿Puede haber algo más triste que este escenario para los próximos años?

Los números son tristes y no mienten pues las tasas de desaprobación de la clase política son patéticas, los indicadores de abstención gigantes, el desinterés por la política es alarmante. Algunos se contentan con decir, pero bueno, son más los que se abstienen que los que irán a votar por Piñera o Lagos. Sin embargo, es la actitud de quienes ven tan irrefutable e inminente el futuro que se alegran con el diagnóstico.

Parecieran existir al menos dos posiciones de los actores políticos e intelectuales ante este escenario. La primera es de quienes esperan una revolución desde abajo, que el viejo topo de la historia se manifieste y la cosas cambien desde la propia ciudadanía. Para esto falta tiempo, pero adscribo a esta hipótesis y forma de pensar la realidad social e histórica.

La segunda manera de enfrentar el inquietante presente ha sido intentar cambiar las cosas desde adentro, aventurándose rápidamente en carreras que lo/as convertirán en políticos profesionales. Una vieja historia en Chile. Nada más fuera de la realidad, cuando se está adentro se intenta la perpetuación en el cargo debido a los privilegios que este entrega.

Ante el problema actual sólo sirve un poco de cruda reflexión para ir aclarando la situación y no andar a tientas en medio de la noche.

Lo primero es diagnosticar, como lo hizo hace tanto años Peter Sloterdijk en un libro que siempre me ha resultado sugerente, Crítica de la Razón Cínica, el comportamiento eminentemente cínico de la gente hoy. Para el autor alemán este no sería un comportamiento alegre sino desesperanzado.

No es aquel que decide engañar para obtener algo y se burla internamente de los idiotas que le creen. El cínico está acostumbrado a tragarse su propia mierda, dirá en alguna parte el filósofo. Tiene la conciencia lo suficientemente elástica como para que cualquier cosa entre allí, aunque sea una absoluta incongruencia. Debido a esto es un ser sufriente en el fondo. Hay algo de masoquismo en esto, pero hay mucho más de desesperanza pues ante la ausencia de posibilidades no queda más que tratar de ganar un mendrugo de pan. Aquí se observa en toda su magnitud el triunfo del capitalismo y el fracaso de los proyectos que tratan de crear en la actualidad un neoliberalismo con rostro humano. Otro cinismo cardinal hoy.

Un cruel chiste sobre la desesperanza lo relata Zizek. En tiempos de la ocupación de Rusia por parte de los mongoles durante el siglo XV un hombre va con su mujer por los campos cuando aparece un mongol que le dice que violará a su mujer, pero que necesita su ayuda. Dado que hay mucho polvo, es importante que afirme sus testículos para no ensuciarlos. El guerrero viola a la mujer brutalmente y cuando se va, el hombre comienza a reír y burlarse a viva voz. La mujer, muy enojada, le saca en cara como puede reírse luego de ver eso. El hombre le contesta que lo ha fastiado pues tiene los testículos llenos de polvo.

Muchos políticos, o aspirantes, creen fastidiarle la fiesta a la oligarquía ensuciando un poco sus testículos. No deja de ser un comportamiento impúdico.

Ya hastiados de las promesas de los políticos, de las tragedias de la televisión que se mezclan con la última conquista de tal o cual actor o actriz, para luego entregarnos una dosis de publicidad, una telenovela cuyo argumento es el viejo amor patriarcal y, posteriormente, el asesinato de una niña, violada y asesinada por unos salvajes, junto al último triunfo de la Selección chilena de Fútbol; ya hastiados y a la vez fascinados de esto, todo parece un juego de poder donde siempre gana la banca.

Ante esto, que más da, hay que seguir trabajando mañana así que aunque sé que me timarán al final del día, me río de buena gana. Total, ¿qué más se puede hacer? Esto es lo que vieja política de izquierda no logra comprender.

El modelo teórico para explicar este fenómeno es vetusto y la práctica igual. La racionalidad detrás de muchos izquierdistas es, les explicaré que están siendo engañados y cambiarán su forma de ver las cosas, pero esto no ocurre pues ellos ya saben que están siendo explotados, pero votarán por sus propios captores. Es más, la gente sabe que muchos de estos políticos de izquierda obtienen una importante rebanada de la torta.

Rota la racionalidad que da sustento a la crítica la ideología, todo pareciera desplazarse hacia un juego de conquista del poder por medio de la afectación sentimental. Esto bien lo saben los políticos de toda la derecha chilena, incluido un importante sector de la Nueva Mayoría, y apelarán al orden como restitución de la grandeza de Chile.

Para eso está Lagos, el padre que pondrá a estos niños desordenados en vereda.

Para eso esta Piñera, quien sabe administrar y dar trabajo.Ambos se equivocan en sus pretensiones mesiánicas. La gente desesperanzada que irá a votar por ellos el próximo año, al día siguiente les dirá que son más de lo mismo.

De contradicciones estamos construidos los humanos, pero de pronto la repetición de estos actos puede convertirse en tragedia.

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