Esto es más que música

La música, como otras artes, suele adelantarnos algunos de los conflictos que vemos en este mundo de indignados. En este Chile particularmente crispado, me gustaría hacer referencia a dos canciones especialmente interesantes en estas sensibilidades.  Espero conectarlas con el tema central de esta columna.

Una se llama Electioneering y pertenece al grupo inglés Radiohead. La canción nos pone en contacto con la realidad de la llamada globalización financiera, pero también nos adelanta lo que veremos, desde fines de año en Chile, periodo de elecciones.

La primera estrofa es brillante: “Say the right things. When electioneering. I trust I can rely on your vote”. Cuando se advierten tiempos de elecciones, la canción nos recuerda que los políticos vendrán a decir lo que queremos escuchar a la espera de nuestro voto.

La estrofa final es también notable, “riot shields. Voodoo economics. It's just business. Cattle prods and the IMF. I trust I can rely on your vote”. Aquí se advierte sobre los buitres internacionales que hacen “voodoo económico”. Los verdaderos dueños del mundo, los que marcan las directrices de los países y que están por sobre los Estados nacionales: el Fondo Monetario Internacional y otras entidades bruitres.

La segunda canción es de una banda chilena, Los Ases Falsos (antes Fother Muckers). La canción se llama De vuelta en estas viñas. Aquí se retrata la realidad de la construcción del Chile de los años setenta y ochenta. “Milton Friedman, vive en el sur. Tiene un campo en Concepción… Tres peones se pasan el día sacándole brillo a su Premio Nobel, los domingos los libera. Y se van a trabajar, uno como Secretario General, otro al Mideplan y el otro a Economía”. ¿No es verdad que este Chile fue modelado por la Escuela de Chicago? Bueno, ahora estamos sufriendo las consecuencias.

Desde hace muchos años hemos venido sosteniendo la idea de que el neoliberalismo chileno tiene “patas cortas”.  Aún a precio de repetirlo, el sistema de AFP, la salud, la educación, es el registro indeleble de la dictadura de Pinochet y de la clase política, militar y civil que lo apoyó en la asolada fascista. Esto no quiere decir que el gobierno de Allende no cometiera errores y no debamos pensarlo críticamente. Es nuestra obligación hacer esto.

Lo real es que se trató de una reacción de la oligarquía chilena e internacional que tuvo como consecuencia la expoliación de la dignidad de los/as ciudadanos, a los cuales, de manera inconsulta, se les impuso un modelo que generó una precariedad que hoy comienza a observarse en toda su magnitud.

No obstante, el topo de la historia se mueve con lentitud y seguridad, reapareciendo hoy bajo el emblema del fin de las AFPs y congregando a miles de personas. Porqué es claro, luego de la aparición de su brillante promotor, José Piñera (un fiel representante de la época de la restauración oligárquica) que la sociedad chilena está cansada de los robos perpetrados por los golpistas y sus ideólogos que en los años ochenta dieron forma al funcionamiento de los grandes grupos económicos que hoy barren el país. Tiene razón Sebastián Edwards cuando señala que las AFPs no son una creación de Pepe Piñera, en realidad están prefiguradas en el documento que se conoce como “El ladrillo” y que desarrolló el Centro de Estudios Públicos.

De modo que el sistema de capitalización individual es una creación de los estudiantes del protagonista de la canción de los actuales Ases Falsos, el Premio Nobel, Milton Friedman.

Para los dueños de las AFPs nuestra libertad consiste en poder elegir entre los fondos A y E. Esto quiere decir que nosotros deberíamos estar advertidos día a día de los vaivenes de la economía internacional para movernos desde fondos de bajo riesgo a fondos de mayor especulación, pero mayor ganancia. Hoy existen empresas que hacen este trabajo por ti, es decir, te avisan cuándo y a qué fondo debes moverte. ¿Pero alguien le preguntó a los dueños de la soberanía si querían convertirse en inversionistas nacionales e internacionales? No. Hay que recordar que los/as ciudadanos son los dueños de la soberanía, no las empresas.

La inversión en capitales internacionales nos pone en contacto con uno de los protagonistas de la canción de Radiohead. Es cierto, las AFPs invierten nuestro futuro en el capital financiero. En 2015 El Mercurio apuntaba que el 45% de los fondos de pensiones se invierten en variadas carteras a lo largo del mundo. Por eso no resulta extraño que cuando la economía entra en crisis los buitres económicos nos hacen perder nuestros ahorros. Ellos hacen el “Voodoo económico” y nosotros sufrimos las consecuencias.

Pero Sebastián Edwards, quien ha dedicado recientemente una columna al tema, va muy adelante en su análisis. Nos explica un modelo ya montado, pero no expone porqué este se articuló durante la dictadura. Las AFPs son parte de un engranaje de la pobreza: las personas tienen jubilaciones miserables en una sociedad en la cual hay que pagar por todo.

Con una salud pública empobrecida y una salud privada enriquecida.

Con una educación pública empobrecida y burocratizada y una educación privada enriquecida.

Con unas empresas que parecen carteles, poniéndose de acuerdo en los precios de las medicinas y tantas otras colusiones.

En ese panorama, las AFPs es parte del círculo de la pobreza, pero no de la pobreza del siglo XX, sino de la pobreza del siglo XXI: estar endeudados y tener que usar crédito incluso para comer. La sociedad de las tarjetas de crédito, como diría Tómas Moulian.

¿Ven? esto era algo más que música.

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