Evitar la trampa

Advirtiendo que la pluralidad de partidos que apoyan al Presidente Boric no es fácil de cohesionar, especialmente si se trata de la representación que se juega en cada proceso electoral, la derecha fáctica juega con la idea que es imposible que estas fuerzas logren ponerse de acuerdo y actuar de conjunto en el decisivo escenario del año 2025.

Dividir para reinar es una fórmula que han aplicado siglos. En la dictadura persiguieron y dividieron a los partidos que resistían y luchaban por la libertad, esa estrategia les resultó hasta el plebiscito del 5 de octubre de 1988. En ese momento, el entendimiento unitario del conjunto de las fuerzas opositoras derrotó a Pinochet. El dictador no tuvo cómo desconocer la existencia de una mayoría política y social que reclamaba el retorno a la democracia.

Ahora, la derecha conservadora ejecuta diversas maniobras para socavar y dispersar la base de apoyo del bloque de gobierno. Algunos ponen oído, pero poco han conseguido. Sin embargo, la derecha insisten en la fórmula de la división de la izquierda y la centroizquierda para que logre viabilidad la candidatura presidencial que propician, la que no tiene nada nuevo, salvo repetir las mismas consignas con que han hecho oposición desde la asunción del Presidente Aylwin como jefe de Estado.

¿Qué piden? Demandan menos impuestos, o sea, que los grandes empresarios sigan abultando los inmensos activos de sus ya descomunales consorcios y más crezca la desigualdad, murmuran que quieren más crecimiento, pero especulan y sacan capitales del país y anulan la capacidad del Estado para orientar un desarrollo sustentable coherente con el respeto del medio ambiente.

Exigen, cínicamente, terminar con la migración que ellos mismos trajeron desde Venezuela, bajo el gobierno de Piñera, además, traen a Chile decenas de miles de trabajadores cada año, desde países vecinos, como mano de obra barata, sin derechos y prácticamente en la servidumbre. Hablan contra la delincuencia y se coluden para obtener ganancias ilegales por decenas de miles de millones de pesos.

Es una derecha ya conocida. Defienden a las isapre y AFP, respaldan la millonaria campaña publicitaria de estas últimas donde usan en su favor el sistema de las bajas y paupérrimas pensiones que han generado para promover un individualismo ilimitado y borrar la solidaridad de la conciencia social.

Así también, se enriquecen cada día más con universidades privadas que otorgan remuneraciones escandalosas a los y las dirigentes y voceros de la derecha. Por cierto que protegen el lucro en la salud y descalifican al sistema público que tiene la responsabilidad de atender a la enorme mayoría de la población.

Asimismo, permanentemente, atacan a los sindicatos y persiguen a los dirigentes de las organizaciones de los trabajadores. Niegan derechos laborales que rigen perfectamente bien en países que sus propios publicistas ponen como ejemplo de desarrollo, pero, en Chile rechazan las propuestas de avances sociales y hostilizan a los y las dirigentes populares.

Por eso, es lamentable que haya personeros que coqueteen con esos cantos de sirena y se presten para legitimar mediáticamente los afanes divisionistas de la derecha. No hay como justificar "ideológicamente" la división de las fuerzas populares. No hay que caer en la trampa. La tarea de la unidad más amplia es un enorme desafío, lograrla será un paso decisivo en la continuidad al proceso democrático de cambios y frenar la fiebre ultraconservadora de la derecha chilena. No hay que abandonar la ruta de la unidad más amplia.

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