Ganar en primera vuelta

Radomiro Tomic, el 4 de septiembre de 1973 en el diario Color de Concepción, una semana antes del golpe militar que derrocó al gobierno de la Unidad Popular, publicó una columna de opinión, que tituló "¿A qué obligan las "rectificaciones"?". Se refería especialmente Tomic con ese término a las expectativas de acuerdos importantes para el país generadas a partir del diálogo a que había invitado el cardenal Raúl Silva Henríquez al gobierno y a la DC.

En ese contexto, Tomic subrayaba la importancia del rol del Congreso Nacional, pero advertía -como si fuera hoy- que "pedir al gobierno de Allende que busque el consenso de la mayoría del Congreso es una exigencia legítima y razonable. Pero, para que dicha exigencia tenga fundamento ético y sentido político es indispensable que el Congreso, a su vez, reconozca la obligación de no negar al gobierno los medios para gobernar. Y de no exigirle que contradiga lo esencial del programa con que fue elegido por el pueblo chileno. La razón de ser de la oposición no es impedir gobernar sino, ya que hablamos del PDC, procurar que el gobierno lo haga según lo que la Democracia Cristiana considera mejor para Chile, manteniéndose en la oposición".

Y agregó, como siempre de manera premonitoria: "Creer que ser oposición significa estar, siempre y en todo, contra el gobierno, sería pervertir el concepto mismo de democracia". Ese ha sido, lamentablemente, el camino escogido por las derechas desde el primer día del gobierno del Presidente Boric.

Destaca por supuesto el esfuerzo de republicanos en las redes sociales, impregnadas de odio, denostando la figura presidencial. El candidato Kast ha dado seguimiento presencial a esa estrategia fuera del país, en el marco de la internacional de la extrema derecha que lo reúne con Trump, Milei, Bolsonaro, Bukele, Orbán y, últimamente, Giorgia Melonia; en que ha calificado a Boric de ser "un travesti político" o de promover, junto a la izquierda, "una cultura del aborto que sería la responsable de nuestra actual crisis de natalidad".

Así, la mentira institucionalizada a través de las redes y de los medios de comunicación ha permitido instalar imágenes en el colectivo social que muchas veces, lamentablemente, se asumen sin mayor cuestionamiento y, lo que es más grave, determinan la decisión ciudadana de votar por unos y otros. El libreto es el mismo en todas partes y los anuncios todos predecibles:

  1. Trump decidió saltarse el Congreso de EE.UU. y gobernar mediante órdenes ejecutivas; Kast por su parte declara que "el Congreso es importante pero no tan relevante como ustedes imaginan" y anuncia que gobernará a través de decretos
  2. Kast anuncia que habrá mano dura contra la delincuencia y que admira el modelo de cárceles establecido por Bukele, aunque la autonomía del Poder Judicial y la primacía de los derechos humanos de todos no estén garantizados
  3. Al igual que Trump, Kast asume la defensa de los derechos de los chilenos contra los supuestos privilegios que tendrían los inmigrantes y declara que para controlarla adoptará las mismas medidas que Meloni en Italia (¿Sabrá que, principalmente, la inmigración llega a Italia en múltiples embarcaciones que cruzan el mediterráneo desde el norte de África?)
  4. Kast denuesta a los partidos políticos y a la democracia por no ser capaces de dar respuesta a las necesidades de los chilenos, ¿a qué régimen político querrá llevarnos? ¿Con su nostalgia de Pinochet será el camino el señalado por Bolsonaro enjuiciado por promover un golpe de Estado)?
  5. Admirador de Milei por la motosierra usada para desmantelar el Estado, instalando otra gran mentira como que recortará 6 mil millones de dólares, sacando a todos los funcionarios públicos corruptos instalados por el gobierno del Presidente Boric, no importa que no se ofrezcan pruebas ni que las cifras no den. Mentir, mentir que algo queda
  6. Como Trump, promete sacar las fuerzas militares a la calle para, supuestamente, garantizar más seguridad
  7. Al igual que el mandatario norteamericano, ataca al gobierno saliente (allá Biden y aquí Boric) porque el país "se está cayendo a pedazos", aunque todos los estudios serios y los informes de instituciones nacionales e internacionales lo desmientan.

Así, a este coro que parece dar ventajas electorales, se ha sumado reiteradamente un expresidente de la república, en algún momento DC, quien ha reclamado con el argumento que "sus amigos japoneses ya no pueden venir a jugar golf..." y que la inversión extranjera está disminuyendo por la crisis de seguridad. A unos y otros, el Banco Central explica sobre las cifras de inversión extranjera directa (IED) a diciembre de 2024: "Arrojaron que durante todo el 2024, Chile recibió un flujo neto de US$ 15.319 millones. La cifra es la tercera más alta en los últimos nueve años, siendo superada sólo por la cifra récord en inversión extranjera marcada en 2023 (US$ 21.738 millones) y los US$ 18.237 millones conseguidos en 2022 (...) con este resultado, el flujo de IED de los últimos tres años alcanzó un promedio de US$ 18.431 millones, cifra que es 27% superior al promedio de la serie histórica (US$ 14.490 millones), que abarca dos décadas".

Vean, además, cómo estos líderes de la derecha no han levantado una sola voz para condenar los aranceles impuestos unilateralmente por Trump a las exportaciones de diversos países, incluido Chile, ni mucho menos para condenar el genocidio llevado adelante por Netanyahu y Trump en contra del pueblo palestino. ¡Curioso el comportamiento de estos patriotas sometidos a esta internacional fascista!

¿Qué hacer para frenar tanta mentira, tanto engaño que con recursos económicos cuantiosos penetra en el imaginario colectivo, y explicar a las chilenas y los chilenos la urgencia de abrir un cauce democrático que impida la instalación de las derechas dirigida por el autoritarismo en nuestro gobierno en la próxima elección presidencial? ¿Cómo evitar que se instalen en el gobierno quienes, utilizando la advertencia de Tomic, han dedicado toda su acción política "a pervertir el concepto mismo de democracia"?

¡Existe una oportunidad y es que la unidad de los demócratas y las fuerzas progresistas de este país se expresa en una nueva coalición amplia que confluye en la candidatura presidencial de Jeannette Jara! En una elección presidencial, en que millones de chilenos, con voto obligatorio, votarán por primera vez, se hace difícil "leer" sus eventuales resultados. Aun sabiendo esto, muchas encuestas de distinto signo predicen que Jara podría ganar la primera vuelta pero que no existe ningún escenario en que gane en segunda vuelta.

O sea, las encuestas y muchos analistas, incluso del progresismo, asumen que, definitivamente, Jara no tiene ninguna opción de ser Presidenta de la República. La pregunta es ¿qué podemos hacer sus partidarios? ¿Cuál será el deber de los militantes de los partidos que la apoyan? Más allá de las cifras que tienen una importancia que no puede negarse, sostengo que son las emociones de los ciudadanos las que determinan principalmente el acto de votar.

Si somos capaces, en el corto periodo de tiempo que nos queda, de hablar y escuchar, de empatizar con las angustias de chilenas y chilenos, de conectar con los sueños de los inmigrantes, de explicar y develar las intenciones y las inconsecuencias de las derechas, de imaginar el país que sueñan nuestros jóvenes y de diseñar un futuro auspicioso para nuestros adultos mayores, podemos ganar en primera vuelta.

Ese es el convencimiento que debe animar nuestros esfuerzos de campaña. En particular, es el llamado a nuestros militantes, que suponemos ciudadanos de mayor conciencia política, a no tomar palco y a actuar conforme a las decisiones que cada uno de los partidos ha tomado democráticamente. Seamos mayoría en las calles, movilizados en paz y sin violencia. Es el camino que siempre ha proclamado y seguido la Democracia Cristiana.

Es ahora el lugar y el espacio de los sectores populares y los sectores medios de este país que sueñan un país más inclusivo y con mayor justicia social, y que saben que ningún gobierno de las derechas trabajará en esa dirección y que, por el contrario, podrá incluso revertir el camino.

Es también el momento de decisiones históricas de parte de otros candidatos que se dicen progresistas y de quienes cumplen roles en el gobierno para no torpedear los avances de esta nueva coalición. Para los incrédulos es bueno recordar que frente al poder de una dictadura cívico-militar ya lo hicimos hace 36 años, con un lápiz y un papel.

No es el momento de los votos nulos y blancos y no habrá espacio para arrepentirse después. Es la hora de un voto responsable por el futuro de sus familias y de nuestro querido Chile. Podemos repetir esa gesta heroica y ganar en primera vuelta. ¡De nosotros depende!

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