La autocomplacencia fracasó

Luego de más de un año “echándole la culpa al empedrado”, es decir, responsabilizando al gobierno anterior de su propia ineficacia en la conducción económica, ahora el piñerismo cambió discurso; el Presidente y ministros incluidos, ante el derrumbe de sus predicciones triunfalistas pasan a culpar a diversas circunstancias de su fracaso para esconder que taparon la gravedad de la situación manipulando datos y hechos.

En efecto, ahora Piñera culpa en primer lugar a la guerra comercial entre China y Estados Unidos del grave error de especular con una cifra de crecimiento económico que no se iba a producir, luego viene la novedad que el gobierno asigna una imprecisa responsabilidad al entorno geográfico, así el ministro Larrain no se sonroja apuntando a los gobernantes de Brasil y Argentina por el desbarajuste en esas administraciones de derecha, esto es recesión con Macri y a un paso de la recesión con Bolsonaro.

Además, el “jefe de las finanzas públicas” extiende la lista de culpables de su magra gestión a nuevos fenómenos, los aluviones del norte y el paro del magisterio, pero igual insiste en darle el gusto y favorecer a las grandes fortunas, imponiendo el controvertido trámite parlamentario para beneficiar al 1% más rico de la población, en cerca de 900 millones de dólares con la rebaja de impuestos, a través de la reintegración tributaria. 

Para concretarlo el ataque a la oposición se intensifica, el gobernante favorece a los suyos, los más ricos, está en su ADN y lo entiende como un hecho natural, si la oposición reclama la hace responsable del frenazo económico. O sea, para Piñera si no se beneficia a los más ricos de la población se cae en la “obstrucción” que tanto agita el régimen mediáticamente.

Se recurre a cualquier excusa rebuscando argumentos con tal de eludir la responsabilidad política por una visión autocomplaciente, errática al estar sujeta a la obsesión mediática de La Moneda. El gobernante carece de la objetividad necesaria para reconocer la incapacidad gubernamental que no preparó el país ante un periodo difícil que a todas luces se avecinaba, pero que se prefirió tapar con una retórica estéril.

También es lamentable la actitud de una parte de la oposición que aparece adosada, en los hechos integrada, en una acción común con el gobierno de la derecha en el objetivo de aprobar una dura regresión en el sistema tributario.

La llamada búsqueda de reposicionamiento en el centro político no puede terminar con la entrega de esos 900 millones de dólares en menos impuestos a los más ricos del país. Así, quedarán comprometidos con el recrudecimiento de la desigualdad social y económica en Chile.

La brega por la equidad social es ardua, dura, larga en el tiempo, nadie dijo que sería fácil, pero asociarse a una acción económica tan regresiva no deja de ser sorprendente, sobretodo cuando algunos de sus ejecutores hacen mucho caudal de una vocación de compromiso con los más humildes que, con esta conducta, aparece enteramente desmentida.

Las penosas excusas del gobierno no logran tapar su voluntad de apoyar a los más ricos, creyendo que aumentar su riqueza y poder logrará motivarlos para impulsar el  proceso económico, omiten que Pinochet ya intentó esa receta, que le fue pésimo y que la comunidad nacional lo sufrió duramente, con un quiebre irreparable en la base de la estructura social de Chile. 

Las cosas por sabidas se callan y por calladas se olvidan, repetía Clodomiro Almeyda. Que razón tenía.

Con que facilidad el gobernante desconoce que aplicar la teoría del “chorreo”, bajo la dictadura, trajo una catástrofe económica y social a Chile.

Si sigue así va a terminar rezando como lo pide su ministro de Hacienda.

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