La centroizquierda a la Fifa y a reconstruir

El no del Frente Amplio al resto de la oposición para elegir sus candidaturas bajo el proceso de primarias, más allá de ser recibido como buena noticia para el oficialismo, tiene un debate interno dentro de las distintas oposiciones. Un debate que deja desfondado las actuales críticas que vienen de la ex Nueva Mayoría pero que a mi juicio da una oportunidad inmejorable.

El Frente Amplio toma fuerza desde la omisión de la centroizquierda ante la omisión para competir a Giorgio Jackson en la diputación por Santiago en 2013, otro hecho que también los potencia fue el ingreso de importantes dirigentes de Revolución Democrática a gabinetes ministeriales en el segundo Gobierno de la ex presidenta Bachelet; eso en lo político.

En lo normativo-legal, me refiero a distintos proyectos de ley apoyados fuertemente por los partidos de la otrora Nueva Mayoría. En primer lugar, la modificación al sistema electoral binominal por uno representativo; en segundo lugar, la baja en las barreras de entrada para conformar nuevos partidos políticos; y, en tercer lugar, la reciente ley que limita la reelección. Todas estas leyes incentivan la conformación de nuevos partidos y coaliciones, creando sus propios nichos de votación.

Entonces, ¿cuáles son los incentivos que tienen los dirigentes del Frente Amplio para conformar pactos o coaliciones con la centroizquierda? Ninguno. La política es la búsqueda del poder para implementar un programa, y para esto se utilizan tácticas y estrategias como medios para ese fin; algo que no es descubrir la pólvora ni para nosotros, ni para los dirigentes de la centroizquierda. Los dirigentes del FA lo tienen igual de claro, y saben que es mejor ser la cabeza de un proyecto que los invitados de otro, tampoco es atractivo para el relato el cual les dio importantes frutos electorales, juventud y rebeldía.

Entonces, prefieren caminar un rato por el desierto, pero sabiendo que prontamente dejarán de lado o jubilarán a las tradicionales etiquetas partidarias, y ellos se vuelven definitivamente como la primera opción para el electorado, ellos saben que el no apoyo a Guillier en segunda vuelta y el no pacto a primarias este año se olvida rápidamente, total el tiempo lo cura todo.

Por lo que ahora la pregunta es, ¿continuará la centroizquierda esperando al Frente Amplio? Esperemos que no.

Los guiños desde el 2017 han sido variados, incluso hipotecando la unidad intrapartidaria, y permitiendo permear su agenda apoyando proyectos de ley poco adecuados para su sector comunicando un mensaje erróneo a la ciudadanía.

Por lo tanto, ante las diferentes negativas lo sensato sería diseñar un proyecto político socialdemócrata moderno y distinto, bajo ejes como la economía verde con un Estado de Bienestar robusto, eso sí, sin temer y menos olvidar lo construido en los primeros 20 años de democracia. En esto un interesante ejercicio es la formalización del pacto Unidad Constituyente para las Primarias que se celebrarán en noviembre. Con todo, la centroizquierda no debe desechar la moderación, esta no ha perdido el brillo sino es cosa que vean a Joaquín Lavín.

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